Mucha gente celebra la Nochevieja con fiestas y otros eventos sociales, reuniéndose con amigos y familiares para celebrar el comienzo del año nuevo.
No tiene nada de malo, pero una forma alternativa de terminar el año es hacerlo en adoración eucarística o yendo a misa.
El Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia del Vaticano sugiere estas dos tradiciones como posibilidades a la hora de recibir el Año Nuevo.
En algunos lugares, sobre todo en comunidades monásticas y en asociaciones laicales marcadamente eucarísticas, la noche del 31 de diciembre tiene lugar una vigilia de oración que se suele concluir con la celebración de la Eucaristía.
Se debe alentar esta vigilia, y su celebración tiene que estar en armonía con los contenidos litúrgicos de la Octava de Navidad, vivida no sólo como una reacción justificada ante la despreocupación y disipación con la que la sociedad vive el paso de una año a otro, sino como ofrenda vigilante al Señor, de las primicias del nuevo año.
¿Una nueva tradición?
La mayoría de las parroquias no están familiarizadas con tal celebración. Pero si suficientes feligreses están interesados en ofrecer a Dios el Año Nuevo de esta manera, es posible que una nueva tradición pueda comenzar en la comunidad.
Alternativamente, si un pastor no está interesado en quedarse despierto hasta tarde para ofrecer misa a la medianoche, algunos lugares ofrecen adoración eucarística perpetua y podrías terminar tu año con una hora santa ante Jesús.
La visita al Santísimo Sacramento es una "prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor" , dice el Catecismo de la Iglesia Católica.
Hagas lo que hagas, considera terminar tu año en oración, ofreciéndole todo a Dios.