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Benedicto XVI, ¿Doctor de la Iglesia? Entrevista con el director emérito de l’Osservatore Romano

The body of Pope Emeritus Benedict XVI
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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 05/01/23
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Entrevista de Aleteia con el director emérito de L'Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian

Tras la muerte del papa emérito Benedicto XVI, que falleció el 31 de diciembre de 2022, a los 95 años, se multiplican las peticiones para que sea proclamado Doctor de la Iglesia, un reconocimiento que sólo tienen 36 personalidades de la Iglesia católica y que necesita un largo procedimiento y una canonización, pero que el papa puede conceder por su propia iniciativa.

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«El tema de la canonización y de ser doctor de la Iglesia», advierte el director emérito de L'Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, es para tomar con prudencia para no dividir la Iglesia:

«Sí, se puede reconocer la grandeza de su pensamiento. Estoy de acuerdo, pero nada más que esto, porque si no, hay los fanáticos de un bando y de otro y aprovechan cualquier cosa para darse guerra. Y esto nunca lo ha querido Benedicto XVI».

El experto recordó que, poco antes de renunciar, el Papa emérito dijo que sea quien fuere el próximo Papa, él ya prometía su lealtad y colaboración. Una posición que repele a los que operan por la desunión en la Iglesia. 

Vian recuerda en los micrófonos de Aleteia lo que dijo una vez Benedicto XVI a los periodistas en broma: «A los tradicionalistas que quieren tanto el latín, ¿lo sabrán de verdad?» Y agrega: «Yo no creo que haya peligros reales de cismas. Pero, claro, hace falta mucha responsabilidad por parte de todos». Pues, aseguró, «los extremistas de una parte y de otra podrían desencadenarse.» 

– ¿Cuáles son sus emociones respecto a este momento solemne?

Evidentemente era algo que se esperaba. El Papa era un hombre de casi 96 años que ya estaba bastante tocado por la edad y por varios achaques. Y evidentemente el anuncio que hizo su sucesor, papa Francisco, disparó la alarma. La noticia del desenlace se estaba preparando. Pero, cuando llega siempre es muy triste. A pesar de que Benedicto XVI era un hombre muy sereno, que nunca se asustaba de nada y porque confiaba en Dios.

– Las últimas palabras de Benedicto XVI fueron: «Señor, te amo».

Esas palabras fueron recogidas por un enfermero, que le estaba asistiendo; un hermano hospitalario de la Orden fundada por San Juan de Dios, un religioso polaco, fray Eligio Mucha. Es un hombre que estaba muy dedicado al Papa emérito, junto con su médico, Patrizio Polisca, y con toda su pequeña familia. Porque de hecho era una pequeña familia la que vivía con Ratzinger desde que era cardenal.

El cardenal antes vivía con su hermana Maria y era también su secretaria. Después la hermana falleció y fue sustituida por una religiosa alemana: la hermana Birgit Wansing, una mujer muy sencilla, pero que tiene una memoria formidable y controla todos los textos del cardenal Ratzinger y luego del Papa y del Papa emérito. Era suficiente mencionarle algo que en seguida ella iba al grano.

La hermana Birgit era la única, como antes su hermana, que podía descifrar la grafía de Ratzinger que era muy especial, porque escribía en letras muy pequeñas y utilizaba un sistema de abreviaciones, escribía a mano. Antes, la hermana lo pasaba a máquina y luego la hermana Birgit pasaba a la computadora todos los textos del cardenal y del Papa. Una familia liderada por su secretario particular, el arzobispo Georg Gänswein.

– ¿Cómo vamos a recordar el legado, la memoria del papa emérito Benedicto XVI?

Lo vamos a recordar como a un teólogo y pastor. Cabe un parangón solamente con uno o dos papas en la historia. En Estados Unidos se le ha comparado a Inocencio III, que era un Papa de comienzos del siglo XIII y a otro papa más antiguo, León Magno I, de mitad del siglo V.

Estos son los únicos papas de categoría teológica comparable a la de Ratzinger, porque efectivamente, nunca ha habido como sucesor de Pedro un teólogo profesional como él. Hablamos de un teólogo que ha dejado una obra importante: 16 volúmenes muy amplios y muchísimos otros textos. Evidentemente, entre estos hay entrevistas y diversos materiales.

Destacaría su primer éxito editorial: Introducción al cristianismo, en 1968, que vendió 50.000 ejemplares. Imagínese usted en 1968, en ese año tan turbulento.

Era un comentario al Credo, pero escrito de manera tan brillante que se convirtió en un best seller, en un éxito editorial. Y luego pasamos a 2007. Es decir, 39 años después, se publica el primero de los tres libros que integran la trilogía Jesús de Nazareth, que ha sido la obra última más importante.

Se lee muy bien y está muy bien fundamentada. Aunque sí ha sido criticada también. El Papa la firma también como Joseph Ratzinger para subrayar que no es un acto del magisterio papal, sino fruto de una búsqueda personal y también una búsqueda espiritual.

"Es un hombre que siempre ha dicho la verdad"

Luego encontramos otros cinco libros de entrevistas, uno de Vittorio Messori, italiano, y cuatro de Peter Sewald, que es el autor de un magnífica biografía, de más de 1.000 páginas sin esconder la debilidades de gobierno y los incidentes, incluso cuando el arzobispo  Ratzinger estaba acusado de haber encubierto un abuso sexual en Munich hacia el 1980. Bueno, la historia está ya en esa biografía y no es cosa nueva. El Papa pidió perdón en nombre de la Iglesia a las víctimas. Pero más allá de todo, lo que queda es la humildad y, digamos, la franqueza. Es un hombre que siempre he dicho la verdad.

– ¿Usted considera que Benedicto XVI será declarado doctor de la Iglesia?  

Sin duda, Benedicto ha sido un papa con un pensamiento que va a tener una influencia duradera.

El problema es que para ser declarado doctor de la Iglesia hay que ser santo antes, como demuestra la historia. En este sentido, hay que ver, por ejemplo, la proclamación de doctora de la Iglesia de Hildegarda de Bingen, que era una monja medieval. Una figura extraordinaria que no era santa. Y entonces, antes el Papa quiso canonizarla con un procedimiento especial: la canonización equipolente  -como  dicen-  y después la proclamó doctora de la Iglesia.

Es un poco arriesgado canonizar a un Papa en tiempos tan recientes. Se ha dado con Juan Pablo II, que no hay duda fue un cristiano auténtico. Pero el riesgo es confundir la santidad personal con la canonización de un gobierno que ha tenido fallos por los abusos. Entonces, se ha verificado que grupos católicos en Francia han pedido que se quitara a San Juan Pablo II el título de santo o en Estados Unidos, más prudentes, que el culto no sea universal. O sea, se ve claramente que es más prudente dejar pasar el tiempo.

Claro, no todas las polémicas se solucionan con el tiempo. Pero es más prudente, yo diría, porque la santidad papal puede ser también un instrumento político de grupos en la Iglesia. Y pueden dividir la Iglesia. Y esto Ratzinger nunca lo quiso. Ha sido un hombre que siempre ha querido la unidad de la Iglesia.

"Le están descubriendo ahora cuando está muerto"

– El testamento espiritual de Benedicto XVI ha sido elocuente en ese sentido. ¿Cómo lo comenta usted? 

Me vinieron a la memoria dos textos: un texto del emperador romano Marco Aurelio, el emperador filósofo, pagano, que persiguió también a los cristianos, pero que escribió una obra autobiográfica que empieza dándole las gracias a sus padres, a sus colaboradores y es lo que hace Ratzinger en su testamento espiritual. Y me viene a la memoria otro texto magnifico: el testamento espiritual de Pablo VI, que reveló al mundo, quién era este hombre que no había sido comprendido. Y eso es lo que le pasa ahora a Benedicto XVI, que le están descubriendo ahora cuando está muerto.

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