Papa Francisco presidió, en la Fiesta de la Epifanía del Señor, la Santa Misa en la Basílica De San Pedro y reflexionó sobre las preguntas que se hicieron los reyes Magos y mostró como "la gracia de Dios", nos ayuda a despertarnos de la apatía y a hacer espacio a las preguntas importantes de la vida.
Para Francisco todo comienza con las preguntas, con la inquietud, con el arriesgar en los desafíos de cada vida. Cuando llegan "los espacios incómodos de la vida, hechos de relaciones con los demás, de sorpresas, de imprevistos, de proyectos que sacar adelante, de sueños que realizar, de miedos que afrontar, de sufrimientos que hieren la carne".
" ¿Dónde está la felicidad para mí? ¿Dónde está la vida plena a la que aspiro? ¿Dónde se encuentra ese amor que no pasa, que no tiene ocaso, que no se rompe ni siquiera ante la fragilidad, los fracasos o las traiciones? ¿Cuáles son las oportunidades escondidas dentro de mis crisis y mis sufrimientos?”, preguntó el Papa Francisco.
En su homilía explicó que debe existir un diálogo constante con el Señor: "Sin la escucha de la Palabra, sin la perseverancia, no se puede crecer".
«¿Dónde está el […] que acaba de nacer?»
“Jesús, como una estrella que se eleva (cf. Nm 24,17), viene a iluminar a todos los pueblos y a alumbrar las noches de la humanidad. Junto con los Magos, hoy también nosotros, alzando la mirada al cielo, nos preguntamos: «¿Dónde está el […] que acaba de nacer?» (Mt 2,2). Es decir, ¿cuál es el lugar en el que podemos encontrar a nuestro Señor?”, explicó el Papa.
La respuesta la tenemos en la experiencia de los Magos. Estos "sabios de Oriente" nos enseñan con su aventura, que la fe no nace de nuestros méritos o de razonamientos teóricos, sino que es don de Dios.
“Su gracia nos ayuda a despertarnos de la apatía y a hacer espacio a las preguntas importantes de la vida, preguntas que nos hacen salir de la presunción de estar bien y nos abren a aquello que nos supera”, añadió.
El camino de la fe comienza con la gracia de Dios
“Frecuentemente buscamos acomodar el corazón en la caja fuerte de la comodidad, pero si los Magos hubiesen hecho esto no habrían encontrado nunca al Señor. Dios, sin embargo, vive en nuestras preguntas inquietas; en ellas nosotros «lo buscamos como la noche busca a la aurora […].”, explicó el Pontífice.
En un guiño a su antecesor Benedicto XVI, Francisco recordó las palabras dedicadas en su homilía en la Epifanía del Señor, en el 2013: la peregrinación exterior de los Magos, era expresión de su estar interiormente en camino, de la peregrinación interior de sus corazones».
"Los Magos, en realidad, no se detuvieron a mirar el cielo o a contemplar la luz de la estrella, sino que se aventuraron en un viaje arriesgado, que no preveía caminos seguros ni mapas definidos con antelación. Querían descubrir quién era el Rey de los Judíos, dónde había nacido, dónde podían encontrarlo. Por esto preguntaron a Herodes, quien a su vez convocó a los jefes del pueblo y a los escribas que examinaban las Escrituras. Los Magos estaban en camino; la mayor parte de los verbos que describen sus acciones son verbos de movimiento".
Hacerse discípulos que siguen a Jesús y su Evangelio
"Desde Abrahán —que se puso en camino hacia una tierra desconocida— hasta los Magos —que siguieron una estrella—, la fe es un camino, una peregrinación, una historia en la que hay que comenzar siempre de nuevo. Recordemos esto: la fe, si permanece estática, no crece; no podemos reducirla a una mera devoción personal o confinarla entre los muros de los templos, sino que es necesario manifestarla, vivirla marchando de forma constante hacia Dios y hacia los hermanos. Preguntémonos: ¿Estoy en camino hacia el Señor de la vida, para que sea el Señor de mi vida? ¿Jesús, quién eres para mí? ¿Dónde quieres que vaya, qué es lo que me pides? ¿Cuáles son las decisiones que me estás invitando a tomar en favor de los demás?", añadió Francisco.
El asombro de la adoración
La adoración y su asombro es la tercera respuesta, tras la inquietud de las preguntas y el riesgo del camino:"Al final de un largo viaje y de una fatigosa búsqueda, los Magos entraron en la casa, «encontraron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11)".
Este es el punto decisivo, remarcó el Papa, nuestras inquietudes, nuestras preguntas, los caminos espirituales y las prácticas de la fe deben converger en la adoración del Señor. Es en la adoración al Señor donde se encuentra la fuente esencial de la que "todo nace":
"Porque es el Señor quien suscita en nosotros el sentir, el actuar y el obrar. Todo nace y todo culmina allí, porque el final de cada cosa no es alcanzar una meta personal y recibir gloria para nosotros mismos, sino encontrar a Dios y dejarnos abrazar por su amor, que es lo que da fundamento a nuestra esperanza, nos libra del mal, nos abre al amor a los demás y nos hace personas capaces de construir un mundo más justo y fraterno".
De nada sirve activarnos pastoralmente, dijo Francisco, si no ponemos a Jesús en el centro y lo adoramos.