separateurCreated with Sketch.

Cuando un Papa te deja una tarea que cumplir

Papież Benedykt XVI w swoim biurze w Castel Gandolfo
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Jaime Septién - publicado el 08/01/23
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
La bella anécdota que vivió nuestro colaborador Jaime Septien, director de El Observador. Esto fue lo que le pidió Benedicto XVI...

Habrá cientos, miles de testimonios de quienes conocieron, visitaron, leyeron o estudiaron al papa Benedicto XVI. Pero hay uno que permanece en primera persona: el que, por gracia de Dios, me fue permitido vivir a mí.

Era el 12 de septiembre de 2005. Llevaba pocos meses de haber sido elegido y tuvo la visita de los obispos mexicanos. Fui a Castel Gandolfo con el arzobispo emérito de San Luis Potosí (México), don Arturo Szymanski. Iban con nosotros el entonces rector del Colegio Mexicano, el padre Francisco Ramirez, y su ecónomo.

Todos los detalles del encuentro se han quedado grabados en mi memoria. La belleza del paisaje desde la residencia de verano de los papas, las visitas que nos antecedieron, las salas donde nos alojaron. De pronto, la puerta se abrió.

Benedicto XVI nos recibió con una sonrisa luminosa. El arzobispo Szymanski le habló de su experiencia conjunta en el Concilio Vaticano II. El padre Francisco (hoy rector general de la UNIVA) del Colegio Mexicano y yo de El Observador. Más bien fue don Arturo el que habló del periódico (al que tanto quiso) y del personaje que lo dirigía junto con su esposa.

Benedicto, con una amabilidad exquisita y una mirada tan limpia como el cielo que rodeaba al lago Albano (y que se vislumbra detrás de las ventanas con las cortinas corridas de la sala de recepción) bendijo al periódico y al periodista. Luego dijo: “Periodistas tenemos muchos. Periodistas católicos, no. Te pido que sigas haciendo ese periodismo por el bien de la Iglesia”.

Yo alcancé a balbucear que ése no era un consejo, que era un proyecto de vida. Mismo que he tratado de cumplir hasta hoy –no obstante las enormes dificultades internas y externas que enfrenta el periodismo católico en el mundo en general y en México en particular— que su vida de oración, discreta y elegante, terminó por extinguirse.

Salimos de Castel Gandolfo exultantes. Y fuimos a comer a Rocca di Papa, un pueblecito a la otra margen del lago Albano. A la mañana siguiente del encuentro, en la Casa Santa Marta donde se hospedaba parte de la delegación mexicana, su segundo secretario, el maltés Alfred Xureb, se acercó y me dijo que el Papa no siempre, más bien nunca, decía lo que me dijo a mí. Se lo agradecí. Y le dije, con más aplomo que el día anterior, que con esa tarea que me mandaba el Papa, me iba a hacer viejo. En ésas estoy. Abrazando su muerte como se abraza con agradecimiento infinito a quien te dio una misión (como diría el escritor mexicano don Alfonso Reyes: "una tarea que cumplir") desde el corazón de la Iglesia.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

banner image
Top 10
See More
Newsletter
¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.