Durante siglos, en los cementerios católicos se ha enterrado a los muertos en terrenos funerarios o camposantos, excavando un agujero lo suficientemente grande en la tierra para proporcionar un lugar de descanso adecuado para los difuntos.
Incluso hay una bendición solemne para un nuevo cementerio , donde el obispo local bendice el suelo.
Sin embargo, el suelo no es el único lugar aprobado para enterrar a un católico. La Iglesia ha aceptado "entierros" sobre el suelo durante muchos siglos pero también que se deposite el ataúd o los restos incinerados dentro de un columbario.
El Catecismo de la Iglesia Católica lo explica:
"Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad en la fe y la esperanza de la resurrección. Enterrar a los muertos es una obra de misericordia corporal (cf Tb 1, 16-18), que honra a los hijos de Dios, templos del Espíritu Santo".
El entierro en un columbario está de acuerdo con esa enseñanza de respetar los cuerpos de los muertos.
El Vaticano publicó un documento en 2016 que reafirma que enterrar los restos creados en un nicho es una opción adecuada para los católicos.
"Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente".
Cuando los católicos consideran la planificación de su lugar de descanso final, pueden optar por ser enterrados en el suelo o en un columbario.