Un fenómeno creciente en la atención psicoterapéutica de jóvenes y no tan jóvenes, en las crisis de sus relaciones afectivas, se debe a la alteración de su realidad personal por el uso inadecuado de las redes.
Nacen así nuevos comportamientos como las relaciones virtuales, fenómeno que se trasmite fácilmente en el contexto psicosocial. Esto hará imprevisible predecir lo que pueda acontecer en el futuro en la conducta afectiva juvenil, y en su arribo a la adultez.
¿Como puede ser un futuro socialmente comprometido con generaciones que se desenvuelven en esta forma de pandemia?
El vínculo social puede quedar huérfano al intentar relaciones que no toman en cuenta realmente a la persona. Es así, porque no podemos tratarnos bien, si no nos conocemos como tal o cual persona.
¿Qué significa tratarnos bien?
Lo que más nos une en sociedad es la confianza, y esta se finca en el conocimiento acerca de las manifestaciones personales. Que solo se puede alcanzar, precisamente, a través del trato personal
La comunicación solo virtual, es muy limitada, y a la vez, condicionada por la barrera de la decantada imagen de un yo, para el que lo que importa, es solo la forma en que desea que lo vean, o interpreten los demás.
Un yo, que conoce poco de sí mismo, pues pera ello necesita de la apertura personal, la única vía por la que puede recibir verdadera ayuda, afecto y amor de los demás. Por ello, las relaciones virtuales son en si una forma de soledad, que no hace viable a la persona. Pues esta se empobrece en su capacidad de dar y recibir al compartir la riqueza de su intimidad.
Y como el amor en la persona es a la vez carencia y capacidad, en las relaciones afectivas, esta dualidad despliega su dinamismo a través del conocimiento que solo se da por el trato personal.
Amistad, noviazgo y matrimonio... virtualidad y realidad.
La afectación por el artificio de la virtualidad se manifiesta en que no se actúa con criterios propios, con seguridad, con fuerza de carácter y.… una sana afectividad. Tal condición se anula la capacidad de amar, pues para ello requiere de tratarse y conocerse como la persona que se es.
Do otra manera, se pretende conquistar con afectaciones, simulaciones y apariencias. Muchas veces con una convicción tal, que, al ser cuestionada la persona en su autenticidad, esta reacciona con ira, despecho, soberbia.
Es así que no se puede amar con un amor personal lo que no se conoce, pues es necesario el conocimiento que abarca a toda la persona. Ya que en el amor, lo primero es el aceptar, para luego poder añadir a los afectos sensibles la ternura, candidez y cariño. Añadidos y generados por la voluntad de un yo enamorado, que no tiene temor de dejarse conocer.
Eso explica que la virtualidad, al afectar noviazgos y matrimonios, lleva a emplear el falso término: "incompatibilidad de caracteres". En donde lo único cierto es la falta amor, por falta de conocimiento y aceptación personal.
"Creía conocerla/le" es una expresión recurrentemente escuchada en mi experiencia clínica, de quien sostuvo un noviazgo previo al matrimonio, con un componente virtual más que de trato personal.
La explicación, es que, al conocer de la inteligencia, le faltó el conocer personal, que aporta una transparencia y luz sobre el bien encarnado en la persona amada.
Si al conocer de la inteligencia y al conocer personal, se suma la voluntad de amar, se está en condición de asumir el verdadero compromiso, de una entrega plena y total para toda la vida.
Una capacidad que nada tiene que ver con la virtualidad y si con la realidad del amor.
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