Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón.
Si había una característica que llamaba la atención de los primeros cristianos era la alegría. ¿Cuál era su secreto? Ellos mismos lo revelan. Pura sabiduría, y como tal, vigente en cualquier época:
Lo que distinguía a los primeros cristianos
Esta Iglesia primitiva era un grupo de gente heterogénea, si se puede decir: esclavos, artesanos, viudas, comerciantes, nobles,...
No se distinguían de los demás hombres de su tiempo. Cumplían la función que les competía dentro de la sociedad. Como se lee en la Carta a Diogneto:
Los cristianos no se diferencian ni por el país donde habitan, ni por la lengua que hablan, ni por el modo de vestir. No se aíslan en sus ciudades, ni emplean lenguajes particulares: la misma vida que llevan no tiene nada de extraño.
Pero sí, como dijimos antes, lo que llamaba la atención en ellos era la alegría. Una alegría escatológica.
¿Qué tipo de alegría?
Todavía estaban empapados del gran evento histórico de la cruz, una cruz de la que de muerte se pasó a vida, a vida eterna con la Resurrección.
Los recuerdos que el cristianismo primitivo guardaba de Jesús estaban caracterizados desde el principio por la experiencia de su resurrección por obra de Dios. Por este motivo se interesaba por sus palabras y por su vida.
La Resurrección de Cristo como victoria frente a la humillación y el sufrimiento de la cruz, es siempre un mensaje vivo y eficaz.
Después de los días estaremos radiantes de alegría, junto a María y a Nuestro Señor. Es por eso que no temían morir por ellos. La alegría que les esperaba era eterna, una victoria contra cualquier sufrimiento.
Su otro secreto
Otra característica de los primeros cristianos estrechamente ligada a la alegría era la caridad.
"En virtud de la caridad, lo que uno posee será común a todos. Cuando uno ama, posee en el otro lo que él no tiene. La diversidad del esplendor no despertará envidia porqué en todos reinará la unidad de la caridad".
La alegría de cada individuo no es personal, sino que camina entrelazada a la de los demás. Uno no se alegra sólo por su propia felicidad, si no más aún por la del hermano. Es siempre una alegría compartida.
En la audiencia del día 25 de enero del 2023, papa Francisco dijo:
"Un cristiano triste es un cristiano triste"…"No se puede hablar de Jesús sin alegría, porque la fe es una maravillosa historia de amor que hay que compartir".
No seamos unos "cristianos tristes", estemos "alegres como unas Pascuas", tomemos ejemplo de los primeros cristianos.
Fuente: Orar con los primeros cristianos, Gabriel Larrauri (Ed. Planeta); Jesús, nuestra esperanza: Ensayo de escatología en prospectiva trinitaria, Marcello Bordoni, Nicola Ciola (Centro Editoriale Dehoniano)