Jen Baptiste Cyaba seguirá en Navarra en los días en que el Santo Padre esté de visita en su país, la República Democrática del Congo, y Sudán del Sur, desde hoy hasta el próximo domingo día 5.
Para Cyaba, que está preparando la licenciatura de Teología en la Universidad de Navarra gracias a una beca de la Fundación CARF, es un sacrificio no poder estar en su tierra acompañando al Papa, pero también sabe que su formación es importante para luego servir mejor al pueblo que la Iglesia le encomiende como sacerdote.
"Deseo al papa -dice- un excelente viaje a mi país, y que Dios atienda y cumpla todas sus oraciones en favor de la paz, del bienestar, de la justicia, de la caridad, de la dignidad de todos los países de los Grandes Lagos. Que reine siempre Jesucristo en los corazones y las vidas de todos mis paisanos".
En el Congo viven hoy cerca de 96 millones de personas, la mitad de ellas católicas. Para este sacerdote, que conoce de primera mano su situación, la visita del Papa es muy positiva porque "cualquiera que sea la profesión religiosa de cada uno, el papa es considerado como una autoridad espiritual de referencia y de la mayor relevancia. Tiene a su disposición medios espirituales eficaces para lograr la paz y el bienestar común, allí donde a veces los medios humanos y materiales han fracasado.
Además, cree que "por su capacidad para ser escuchado por todo el mundo, su palabra puede servir para juntar y poner de acuerdo aquellos horizontes divergentes entre personas visiblemente opuestas. Su fama espiritual mundial, su autoridad en la opinión pública como el sucesor de san Pedro van a contribuir obviamente a la escucha y seguimiento de su mensaje por parte de todos."
Sectarismo violento
Este sacerdote tiene claras las necesidades apostólicas de su diócesis, Mbumjimayi. "Las más importantes -explica- son: seguir manteniendo al clero, establecer y promover a los laicos comprometidos con la pastoral diocesana y con una formación permanente de calidad, dado que en nuestra diócesis cunde un sectarismo violento que rechaza en bloque las posiciones oficiales de la Iglesia, sólo para atraer a la masa mayoritariamente joven y con grandes dificultades para buscar la verdad por sí misma en los manuales autorizados de la Iglesia a los que no tienen alcance."
Por eso ve crucial crear "librerías diocesanas, fortalecer la editorial de nuestro centro pastoral, de nuestra biblioteca y de nuestros medios de comunicación para que el mensaje evangélico sea escuchado mejor por el pueblo de Dios y todo el mundo."
Un país con un 80% de pobres
Pero este sacerdote también habla de las necesidades físicas de este pueblo, de las que también la Iglesia se preocupa. Congo tiene una esperanza de vida de 58 años y un índice de pobreza que alcanza al 80% de la población.
Por eso explica que el compromiso de la Iglesia católica ha de ser "ir verdaderamente al encuentro de los más pobres de nuestra población, sobre todo en los pueblos lejanos de las ciudades para aliviar en la medida de lo posible sus sufrimientos, mediante el anuncio y la escucha de la palabra, charlas formativas que les ayuden a descubrir las oportunidades que les ofrecen sus ámbitos de vida con el fin de sacarles provecho y poder así vivir dignamente como hijos e hijas del Padre celeste."
A eso, apunta este sacerdote con esperanza, se suma la necesidad de que la Iglesia tenga iglesia, es decir, que se puedan "construir más infraestructuras dignas de revelar la belleza de la vida en Cristo que es la mayor meta de la existencia de la Iglesia bajo el sol".
La ejemplaridad de los sacerdotes y obispos es un tema que no pasa por alto Jean Baptiste Cyaba: "Deseamos ver a los sucesores de los apóstoles vivir en verdadera cohesión y sin faltas en sus posiciones individuales o comunitarias frente a las cuestiones sociales que a menudo oponen la Iglesia al Estado en interés del pueblo congoleño sea cual sea su tendencia."
Obispos y política
¿A qué se refiere Cyaba? "Sucede a menudo -dice- que algunas de sus posiciones, sobre todo las individuales, pierden su objetividad al adoptar posturas claramente basadas en criterios no evangélicos y eclesiales, especialmente cuando se trata de política y de lo temporal."
De ahí que este sacerdote manifieste claramente que "es necesario verlos sacrificarse en lugar de sacrificar la verdad para promover sólo la verdad del Evangelio, que es la única que puede ofrecerse al pueblo de Dios, y a los políticos de cualquier horizonte, para que reine para siempre la realeza de Cristo."
La doctrina social debe llegar incluso a los gobernantes
En cuanto al fundamentalismo islámico y al afán de poder económico que despierta la riqueza del subsuelo en el Congo, Cyaba expone:
"El papel de la Iglesia Católica desde mi punto de vista es el de recordar los principios mayores de la Doctrina Social de la Iglesia. Estos principios me parecen muy conocidos por los sacerdotes, y poco divulgados en el pueblo de Dios incluso entre los gobernantes."
Concretamente añade que han de difundirse con más profundidad tres aspectos:
- la dignidad de la persona humana en cuanto criatura de Dios;
- la justicia social fundada en una justa repartición de los bienes materiales;
- la subsidiaridad, según la cual el más rico tiene que ayudar al pobre y el más fuerte tiene que sostener al débil.
Para lograr esto, prosigue, "la Iglesia ha de promover entre las naciones en conflicto al Este de nuestro país un diálogo sobre los verdaderos valores como las virtudes de la verdad, la justicia, la caridad, la paz, dando claramente razón al que la tiene y aconsejando al que no la tiene una manera a vivir de una manera justa y solidaria."
