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Cómo tener fe en uno mismo, sin olvidarnos de Dios

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Guillermo Dellamary - publicado el 01/02/23
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Es importante confiar en ti, de forma adulta y con resortes seguros. En ellos Dios juega un papel importante

Muchas personas quieren lograr sus metas; pero sin tener fe en sí mismas. Se la tienen a Dios y a algunos familiares o amigos, pero no a sí mismos.

En este artículo veremos lo importante que es confiar en ti, para que lo apliques en tu vida diaria con éxito.

Tener fe es confiar en lo que crees, en lo que te propones. Es dar testimonio de aquello que tienes la seguridad de que existe, o es lo que es.

Los notarios dan fe de aquello que corroboran y confirman. Por ejemplo, de que es una copia genuina de su original, o de que es una escritura auténtica. O dan fe de un acuerdo realizado.

Una persona religiosa es  alguien que da testimonio, en sus actos, de aquello en lo que cree, es decir, tiene fe en lo que dice y hace. Y da ejemplo de ello.

Hay congruencia, consistencia y continuidad. Por ello, son personas con determinación y firmeza.

Es uno de los ingredientes fundamentales para iniciar una empresa, un viaje o una familia. Se tiene que contar con la certeza de que lo vas a concretar. Especialmente cuando hay obstáculos o dificultades. Hay un aroma virtuoso, de que las fuerzas de la vida conjuran a tu favor.

Ahora nos preguntamos lo contrario: ¿cómo es que se quiere emprender un negocio o cualquier proyecto, si se carece de la fe en uno mismo?

Es darle espacio emocional a la duda, a la incertidumbre y al miedo. Todos, elementos negativos que no van a ayudar a luchar por lo que quieres. Pues, de inicio, no crees en ti.

Ciertamente no siempre es fácil, hay que trabajarlo y ser constantes. Pero, cuando se tiene la fe, bien puesta, podrán aparecer muchos problemas, pero se tiene la convicción de que vas a encontrar las soluciones adecuadas y finalmente alcanzar el objetivo.

Se llega a sentir la confianza de que Dios te acompaña, de que el optimismo y los vientos a favor te conducirán a tu feliz destino.

Es tomar consciencia de que al pensar en positivo y creer en ti, son mucho mejores los aliados que al contrario.

Con fe, se puede más. Es confiar de que saldrás bien del quirófano y que te vas a recuperar, por ejemplo.

¿Qué hacer para aumentar la confianza en uno mismo?

En principio es no tener miedo, vencer todo tipo de fantasías que te hagan asustarte con lo negativo que pueda suceder.

Por ello, la fe se reafirma con la convicción de que la Providencia vela por tu causa, por tus planes, por tu salud, en fin, por el bienestar tuyo y de tu familia.

Es estar seguro de que la voluntad de Dios está por encima de nuestros planes. Pase lo que pase, las cosas se harán por tu propio bien, aunque por momentos no los entendamos.

Es estar tranquilos viviendo el momento porque sabemos, conscientemente, que estamos en sus manos.

Tener fe en ti es creer en ti, en tus capacidades, en tu esfuerzo, en el empeño por poner todo lo que está de tu parte, para obtener lo que quieres.

Como cualquier destreza deportiva o artística, la tenemos que practicar con constancia. Es decirte a ti mismo que sí puedes, que vas a lograr tus metas porque es algo bueno para ti, y que si no lo fuera; es mejor no tenerlo.

Creer en ti también implica conocerte, valorar tus recursos y habilidades, lo que hoy se identifica con una buena autoestima. El aprecio realista por quien eres, sin devaluarte o hablar mal de ti. Principalmente no darle espacio al pesimismo ni a las ideas que te lleven a creer que no vas a lograr tus objetivos.

La motivación más fuerte

No esperes que los demás te estén motivando o aplaudiendo. La motivación más fuerte y efectiva tiene que venir de tu propia voz interior, producto de ese diálogo interno que nos acompaña en todo momento.

Finalmente Dios regula todo lo que nos sucede, bueno o malo

Tengamos plena fe en su voluntad, porque nada pasa en tu vida que Dios no lo quiera, que Él lo permita. Sólo eres dueño de tus acciones. Por ello muchos santos han revelado que nada sucede por azar a lo largo de nuestras vidas, Dios interviene en todo.

El profeta Isaías nos recuerda que El Señor formó la luz y creó las tinieblas, que da la paz y crea la desdicha. El Señor es quien hace todo.

A Moises le reveló el Señor que Él da la vida y la muerte, que hiere o sana.

Así, San Agustín nos regala una reflexión digna de meditar:

“Todo lo que nos sucede aquí abajo contra nuestra voluntad (aunque sea por parte de otras personas), nos nos sucede más que por voluntad de Dios.”

Tengamos fe en Él como en nosotros mismos, pues lo que suceda nos lo envía por una buena razón.

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