Nadie mejor para tratar los temas sobre la educación en Venezuela que Luisa Pernalete, una profesora del centro de Formación e Investigación Padre Joaquín de Fe y Alegría. Una católica comprometida con la educación popular y animadora de proyectos que han llevado la escuela al alcance de los niños y jóvenes más olvidados de Venezuela.
Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que puede haber alguien en este país que sepa tanto del tema como ella, pero no más que ella. Además, tiene tiempo para escribir regularmente en varios diarios de circulación nacional y mantener arriba el tema que debía ser de atención primordial para todo gobierno, aunque desafortunadamente no lo sea en la patria de Bolívar, el mismo que acuñó el lema «Moral y luces son nuestras primeras necesidades». Luisa sí está convencida de ello.
Ella ha dicho, en varias ocasiones, que «hay mucha dignidad detrás de un niño que no va a la escuela» y nosotros, testigos de la entrega de los maestros venezolanos a su misión, diríamos que «hay mucha abnegación detrás de un maestro que gane 6 dólares al mes». Estas cosas hay que decirlas pues el mundo allá afuera dista mucho de valorarlas.
En el marco del Día Internacional de la Educación, desde Venezuela el movimiento Fe y Alegría ha propuesto un pacto social, bajo el nombre «Alianza por la educación» frente a las «tantas carencias» que sufre este sector en el país.
6 dólares al mes
La situación es tan grave que Manuel Aristorena, sacerdote jesuita y director nacional Fe y Alegría, lanzó esta propuesta para buscar soluciones ante los problemas que atraviesa el gremio, por mencionar solo uno, más de 160.000 docentes han abandonado su labor entre 2018 a 2021.
De ellos, un 60% pasó a ejercer una actividad lucrativa, mientras que un 40% emigró del país. Y es que en Venezuela un docente gana al mes 6 dólares a la tasa de cambio oficial del Banco Central, controlado por el propio gobierno. Esta fuga de talento es la mayor pérdida y el problema más grave que tiene el sistema educativo venezolano. A esto se suma la baja de nuevos docentes.
Fe y Alegría es un modelo educativo en educación popular, centrado el prototipo de una escuela necesaria de calidad. Consideran que «un niño sin educación es un problema de todos» y que «sin maestros no existirían las demás profesiones». Además cuentan con un ecosistema de medios para la edu-comunicación como la revista Movimiento Pedagógico, la red de emisoras de la Red Nacional de Fe y Alegría y más de 300 puntos de procesos educativos en toda la geografía nacional.
Todo este debate transcurre en un contexto en el cual los maestros de Venezuela se han lanzado a las calles en legítima protesta, pacífica y responsable, pero contundente y muy acompañada por otros sectores de la sociedad venezolana que se encuentran sufriendo lo indecible a causa de los míseros sueldos y pensiones, los cuales contrastan con la opulencia de burbujas de bienestar en donde se refugian grupos minoritarios en el país.
«Persona non grata» el obispo
Esa situación tan injusta fue el eje medular de la homilía que pronunció monseñor Víctor Hugo Basabe en la fiesta de la Divina Pastora hace pocos días, asunto que desató la ira gubernamental y desde entonces ha sido insultado, amenazado y hostigado de diferentes maneras por grupos oficialistas que han mostrado su encono hacia el obispo.
La última de las acciones fue declararlo «persona non grata» por la municipalidad de Barquisimeto, capital del estado Lara. Pero la admiración y agradecimiento popular a un pastor que huele a oveja crece por momentos. Él, por su parte, ha reaccionado: «Tenemos el deber de denunciar lo que vaya en detrimento del pueblo de Dios».
Y esa denuncia se enfoca en la situación socioeconómica que padecen los venezolanos. Eso se refleja, obviamente, en el estado de las escuelas y la desatención que sufren los maestros, en lo que se refiere al tema que nos ocupa.
Propuesta en construcción
Otros datos preocupan: mientras que en 2000 la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) formaba el 62% y otras universidades privadas el 32%, 22 años después estas cifras han menguado – explica el padre Aristorena – porque «la profesión de docente ya no es atractiva para los estudiantes». Y precisó que, por ejemplo, «en la UCAB -Universidad Católica Andrés Bello- en 2021 solo se inscribieron 400 estudiantes en las ocho menciones de educación que imparte la universidad».
La propuesta que han hecho de un pacto social «Alianza por la educación», explicaron que Fe y Alegría pone a la orden sus 68 años de trayectoria como «modelo educativo en educación popular, centrado el prototipo de una escuela necesaria de calidad». Aseguran que se trata de una propuesta «en construcción» para aunar «esfuerzos e iniciativas conjuntas», por lo que «se plantean diálogos con el mismo Ministerio de Educación, Asociación Venezolana de Educación Católica, ONG, gremios, empresarios, universidades, sociedad civil, comunidades, estudiantes y familias”».
Aleteia conversó con Luisa Pernalete, esta auténtica activista por la educación de calidad y colaboradora fundamental en el trabajo de Fe y Alegría.
–La educación en Venezuela está en crisis. Las consecuencias en los sectores populares son muy graves y están a la vista. Ustedes insisten en que urge una alianza para salvar la educación. Pero no se puede afirmar que esta situación es producto de la pandemia pues ya desde antes el sector venía presentando gran deterioro…
La gente suele pensar que la crisis en la educación venezolana comenzó aquel 20 de marzo cuando se declaró el cierre de las clases presenciales por la pandemia. No. Ya llevamos varios años con lo que se llama «la rutina escolar alterada», lo cual significa que todos los niños no tienen clases todos los días, que no tienen su pensum completo, que hay escuelas cerradas; en otras palabras, que la educación se encuentra desactualizada. Obviamente se ha agravado porque, como en todas partes, hubo retroceso y desaprendizaje y los muchachos regresaron sin hábitos. Recordemos que la escuela no solo enseña a sumar y restar, leer y escribir, sino también a convivir. De todas las edades llegaron en esas condiciones.
–Desconfigurados, en términos tecnológicos. Debe ser complicado retomar y rebobinar al estado anterior…
Sí. Y se explica con algunos datos que debemos airear para comprender la situación entre 2022-2023. La deserción de maestros es considerable y lleva varios años, solo que se ha ido agravando. Hay muchas escuelas cerradas pero en las que continúan, ¿quiénes van a sustituir a los maestros que van renunciando?
–¿Qué cifras confiables hay al respecto?
Hay un estudio reciente hecho público que revela que desde el 2018 hasta el 2021 Venezuela perdió el 25% de sus docentes. A veces ni siquiera presentan la renuncia, simplemente no vuelven. Optan por irse del país o por intentar trabajos que les permitan un mejor ingreso. Pero es que también tenemos millón y medio de muchachos fuera del sistema escolar. Un «chamo» (muchacho) que no tenga educación no tiene ni presente ni futuro. Y un país que no tenga su población educada tampoco sale adelante ni supera crisis. Eso está claro en la historia de la humanidad. Todo país sale de crisis cuando se invierte en educar. Nelson Mandela, con todos los problemas que aquejaban a Suráfrica, lo primero que dijo fue: «Hay que ocuparse de la educación».
–Lo que hace todo gobernante que sabe que su trabajo es para las próximas generaciones y que, bueno o malo, tendrá una incidencia…
Y educación no es solamente tener la escuela abierta, lo cual es importante, sino también tener a los maestros actualizados, acompañados, orientados pues el mundo está muy cambiante. No se puede seguir educando como lo hacíamos hace décadas o cuando yo comencé mi carrera docente hace tantos años. Permanentemente desde el portero hasta el director deben aprender y actualizarse para adecuarse a las nuevas situaciones, especialmente en un país como Venezuela donde tenemos estos altos índices de violencia. Eso a veces se nos pasa por alto por la preeminencia de flagelos como la inflación que nos azota. Pero la realidad es que hoy somos un país muy violento.
–¿Y qué decir de los servicios?
La red de observadores escolares, que la mantenemos en monitoreo permanente por 66 escuelas, públicas y privadas en todo el país, coinciden en que la principal razón por la cual se suspenden las clases es por carencia de agua. Eso es esencial. Y falta mucho, en muchos lugares.
–Si bien hay maestros que cambian de oficio o se van del país, es comprensible en un cuadro como el que vive Venezuela, pero no cabe duda de que los que se quedan son auténticos héroes…
La vocación es para algunos el aliciente para persistir. Cuando sabes que hay maestros que se van a pie hasta la escuela para no faltar porque no pueden pagar el costo del transporte colectivo, eso te da una idea de cómo es esta realidad. El director de una de nuestras escuelas se las ingenió para conseguir una bicicleta y así anda. Es amor al oficio. Pero, además, hacen otros malabarismos. Los equipos directivos también dan clases por la carencia de maestros que arrastramos. El 85 % de la educación es pública y el 15% es privada. Nosotros somos privados pero subsidiados. Yo he sabido de maestros que le han pedido al director poder dormir en la escuela para no faltar, por el mismo problema de traslado y la falta de recursos.
–¿Cómo se las arreglan para completar el sueldo?
Hacemos de todo. Si damos clases en un turno, en el otro horneamos tortas, las vendemos, o cualquier otra cosa que nos signifique ingresos. O trabajamos en otro lugar. Conozco a uno que trabaja en una pizzería, y así, cada uno se las arregla para conseguir un dinerito extra que nos permita dedicarle un turno a la escuela y seguir enseñando. Es lo que llamamos un subsidio. Y es lo que llamamos vocación.
–El tema de actualización es muy importante en el mundo de la Educación. Si esa es la situación, el maestro venezolano no tendrá muchas oportunidades para prepararse…
Soy de las que da cursos por los chats y me impresiona el interés de los maestros por superarse. Se quedan horas haciendo preguntas, preocupados por aprender más y tener mejores herramientas. Y todo ellos después de haber pasado un día duro, con dos y tres trabajos, para recomenzar a la mañana siguiente muy temprano.
–Ustedes han enarbolado la bandera de la alianza por la educación. ¿Quiénes serían candidatos a integrar esa alianza?
Es nuestro lema este año «Alianza por la Educación». Sabes que para tener educación hay que cuidar al educado. Sin eso, no hay educación. Hemos comenzado, sobre todo cuando se trata de comunidades apartadas y niños descartados en garajes, en casas prestadas, en galpones y luego vamos creciendo. Y eso nos ha mostrado también, que para tener educación hay que cuidar a los educadores. Estos son nuestros grandes temas.
Pues bien, convocamos a las familias, a los maestros y toda la comunidad educativa, las universidades, las academias, los empresarios y los políticos, del bando que sean. Estamos abiertos a todas las propuestas. Hay que salvar la educación, que es lo mismo que salvar al país.