Penitencia-Humildad-Caridad. Estos son los tres pilares que sustentan el encuentro y unión con Dios de una religiosa o religioso de la Orden de los Mínimos, cuyo nombre subraya el espíritu de humildad que caracteriza su espiritualidad.
La madre Rocío de Jesús, superiora del convento Nuestra Señora de la Victoria de las Monjas Mínimas, situado en la localidad española de Daimiel (Ciudad Real), fundado en 1627, revela a Aleteia el carisma de esta Orden, fundada por San Francisco de Paula (1416-1507).
El santo sintió la llamada a vivir como ermitaño, tras varios años de vivir en soledad lo que Dios le había puesto en el corazón. Un grupo de jóvenes de la ciudad de Paula, en Italia, se le acercaron para vivir como él. Los acogió, como hermanos, dando origen a una vida en comunidad como ermitaños. Así nació la Orden de los Mínimos.
"San Francisco de Paula quiso reflejar en el carisma lo que quería vivir: la pequeñez, la humildad como Cristo, que se hizo pequeño, niño y luego murió en la cruz. Ese sentido de humildad lo reflejó en el nombre", nos explica la madre Rocío.
Una comunidad en expansión
En el monasterio de Daimiel, son ahora diez hermanas, dos se han ido al convento de Triana en Sevilla para apoyar a esa comunidad, y cuatro están en Filipinas, donde han fundado un convento recientemente.
La pregunta de las personas que no comprenden la vocación contemplativa es siempre la misma: ¿Por qué viven encerrados? ¿Por qué adoptan la clausura que les separa del mundo?
"Nuestra vida contemplativa no todos la entienden --responde la Madre Rocío de Jesús--, pero aporta salvación del mundo, nuestra vida es rezar por todos. Nosotras podemos ir por la calle y decir a cualquier persona: ‘no te conozco, pero hoy he rezado por ti’".
"Nuestra vida contemplativa no todos la entienden, pero aporta salvación del mundo"
Ahora bien, la religiosa aclara: "la Iglesia es un gran árbol, donde cada uno descubre su misión. Dios tiene un proyecto personal para cada uno".
El carisma propio de las monjas Mínimas se caracteriza sobre todo por la humildad, por su "identidad nominal", una forma de vida en la que se busca vivir de manera despojada de cualquier forma de prestigio o reconocimiento social.
Su vida se caracteriza por el silencio evangélico, como medio para tener mayor ocasión para vivir la pura y asidua oración.
Los frutos de una viada así son la sencillez y alegría.
Profesan los tres votos evangélicos de obediencia, castidad y pobreza. Y como característico suyo, un cuarto voto denominado "vida cuaresmal", por el que viven el espíritu de conversión, en unión con Cristo en su misterio pascual: Pasión, Muerte y Resurrección.
La caridad alienta su entrega y es el fin al que dirigen toda su existencia. De hecho, "Charitas" (amor en latín), es el lema de la familia religiosa mínima.
Historia de un alma "mínima"
La Madre Rocío de Jesús nos cuenta cómo decidió consagrar su vida a Dios: "Mi vocación es muy sencilla. Yo soy de Daimiel, donde se encuentra el convento. Somos cinco hermanos: dos chicas y tres chicos. Mi madre nos traía al convento, al locutorio. Vine por primera vez, cuando tenía nueve años".
"Recuerdo entrar en el locutorio y no recordar nada de lo que me dijeron. Solo recuerdo la alegría de las monjas", evoca la superiora.
Supo, desde niña, que quería ser partícipe de la alegría que había visto tras las rejas. Así empezaba la vocación sencilla ("mínima") de la madre Rocío de Jesús.
Con 19 años ingresó en el monasterio. Su hermana había ingresado un año antes. Sus padres fueron decisivos en el paso que tomó, ya que siempre se sintió apoyada y animada a seguir su llamada. Algo que a veces chocaba con el sentir de amigos y vecinos. La hermana de la madre Rocío es hoy superiora en el convento de la ciudad de Paula, en Italia.
La vida en el convento de Daimiel, es sencilla. El silencio en el que viven es indispensable para poder centrarse en su vocación: pedir de forma incesante al Señor por todo el mundo.
Al día tienen una hora para compartir en comunidad las anécdotas del día, la "recreación". Les ofrece la oportunidad de realizar distintas actividades caseras como planchar, coser o charlar simplemente.
Documental producido por Mater Mundi TV sobre el convento Nuestra Señora de la Victoria de las Monjas Mínimas de Daimiel.
"Nunca he tenido dudas, soy muy feliz… Una gracia de Dios"
La felicidad de Rocío de Jesús viene de haber encontrado su misión en la vida, por mucho que no se acostumbra a levantarse a las 6 de la mañana.
Activas en la red
El convento de las Mínimas de Daimiel ha abierto sus ventanas a las redes sociales: cuentan con una página web, un canal de YouTube, y un perfil de Facebook, donde cuelgan sus videos "caseros" para compartir su día a día.
"Hay mucha gente que viene a pedir oración, bien por el torno, en el locutorio y otros por Internet. Nuestro convento, en su día, fue de los primeros en tener correo electrónico" cuenta la madre Rocío.
Una hermana mínima hacia los altares
Hoy día, la comunidad de Daimiel cuenta con una intercesora en el cielo: la venerable sor Consuelo Utrilla Lozano(1925-1956), que como la madre Rocío también nació en Daimiel.
Sor Consuelo, pertenecía a una familia acomodada del pueblo, vivió una infancia difícil, debido a la temprana muerte de su madre. Siempre atraída por el Señor, en 1947 entró en el convento. Pasó tan solo 9 años en clausura. Con 29 años, fue diagnosticada de un linfo-sarcoma maligno muy avanzado, falleciendo a los pocos meses, segura de entregar su vida al Señor. Su famosa respuesta, al saber de su enfermedad, es una guía para las hermanas de Daimiel: "Señor, aquí estoy".
"Pedimos a los lectores de Aleteia, que se unan a nuestra oración, para que la oración esté continuamente elevándose al Señor", termina diciendo la madre Rocío.
Aleteia, red global católica de información, en virtud de su misión fundacional, contribuye, en colaboración con laFundación DeClausura, a comunicar la vida, espiritualidad y productos de los monasterios contemplativos.