«Reconocemos que todo caso de abuso sexual es un crimen, es un pecado grave, es un delito. Pedimos perdón a quienes han sufrido este flagelo y a todo nuestro pueblo. Seguimos asumiendo con firmeza y responsabilidad la debida atención a las víctimas y sus familias».
Este es parte del mensaje de los obispos reunidos en su asamblea número 114, del 6 al 10 de febrero en Bogotá, y presentado por Luis José Rueda, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC).
Monseñor Rueda dijo a los medios de comunicación que esta petición de perdón por los pecados cometidos por algunos miembros de la Iglesia «es el reconocimiento de la fragilidad, pero no queremos quedarnos en reconocer el pecado sino proponer caminos de renovación y dentro de ellos, tenemos un trabajo grande de prevención en la cultura del cuidado».
Afirmó que, además de asumir las denuncias desde la jurisdicción eclesiástica, seguirán colaborando con la justicia civil de tal manera que cuenten con todos los elementos y la información que requiere para investigar cada uno de los casos de abuso y que estos tengan su respectiva condena.
La cultura del cuidado
Para garantizar la prevención, los obispos se comprometieron a hacer vida las Líneas Guía de la Cultura del Cuidado de la Iglesia Católica Colombiana, documento que se refiere a abusos de todo tipo: sexuales, espirituales, de conciencia y de poder, entre otros, cometidos por miembros de la Iglesia. Las guías muestran el camino para que las distintas jurisdicciones eclesiásticas implementen políticas, protocolos y mecanismos en el marco de un Sistema para la Cultura del Cuidado.
Con el fin de que todas las regiones conozcan cómo hacer iglesias seguras y protectoras, «nos hemos propuesto visitar en dos años todo el país y formar a todos los que trabajan en instituciones católicas con niños, adolescentes y personas vulnerables. Este proyecto ya empezó y hemos estado en dos provincias eclesiásticas», dijo a Aleteia monseñor Luis Manuel Alí, obispo auxiliar de Bogotá y secretario de la CEC.
Por su parte, la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado de la CEC, la abogada Ilva Myriam Hoyos, dijo durante rueda de prensa que «a partir de esas premisas los obispos hacen una serie de exhortaciones y compromisos y aparte de reconocer que ha habido errores y negligencias, asumen la petición de perdón y reconciliación con las víctimas y las familias y reconocen que el cuidado de las personas no es ajeno a la misión del Evangelio».
Con el proceso de paz
De otra parte, la asamblea, reunida bajo el lema La Iglesia que vive la comunión y la participación, reflexionó sobre el conflicto armado que vive el país y reafirmó su decisión de acompañar los diálogos del gobierno con el grupo armado ELN.
Monseñor Héctor Fabio Henao, delegado de la Iglesia para estos temas, recordó que el rol de ellos es de acompañamiento pastoral y se están preparando para hacerlo una vez los protocolos para el diálogo sean puestos en marcha: «No somos actores nuevos en los territorios ni acompañaremos de manera diferente a como lo hemos hecho hasta ahora, con criterio pastoral. Para nosotros lo primero son las comunidades y el objetivo es ayudar a reducir de manera drástica la violencia y el sufrimiento humano que vive el pueblo colombiano».
Presentaron los obispos al finalizar su asamblea, el documento Hacia una pastoral para la reconciliación y la paz en Colombia, en el cual concluyen que «la paz es posible porque ya hemos logrado avances en este campo. Es necesaria, porque así lo reclama una sociedad cansada de la guerra».
El fenómeno migratorio
Finalmente, la asamblea de obispos trabajó en torno al tema de la migración, un fenómeno que los sigue interpelando como Iglesia, con base en los testimonios de los sacerdotes que acompañan a los migrantes en las diócesis que se encuentran en la extensa frontera con Venezuela. «A pesar de que las fronteras han sido abiertas, tales medidas no han logrado mitigar el sufrimiento de quienes migran y este fenómeno se agrava por el desplazamiento interno de nuestros compatriotas a causa de la violencia», dice el comunicado de los obispos.
Ante ello, la invitación es a conjugar permanentemente los cuatro verbos que ha propuesto el papa Francisco: «Acoger, proteger, promover e integrar» a los hermanos migrantes.