Si buscamos la definición de miedo encontraremos que es la "sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario", o un "sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea".
Todos hemos tenido alguna vez miedo: miedo a perder una persona querida, a perder el trabajo, a hacer un mal negocio. Miedo a no ser buen padre o madre, miedo a la enfermedad, miedo a tomar una decisión y que esta no sea correcta,… ¡Cuántos miedos! Una lista interminable.
Y estos miedos pueden llegar a provocarnos estrés, preocupaciones, enfermedades, desasosiego y sobre todo "desesperanza".
La forma en que combatimos con estos sentimientos estresantes depende totalmente de nosotros.
Si decidimos afrontarlos solos, sin ningún tipo de ayuda, difícilmente encontraremos una tranquilidad duradera.
Está bien apoyarse siempre en alguien, pero sobre todo en Dios. Nuestro Buen Padre, que siempre quiere lo mejor para nosotros, "Aquel que me conforta".
¿Cómo podemos lograr esto?
De dos maneras, primero creyendo plenamente en Él, sabiendo que Él nos escucha y escucha nuestras oraciones. Y luego confiando, con absoluta certeza, que lo que Él decida será lo mejor para nosotros, aun cuando nuestras circunstancias temporales parezcan demostrar lo contrario, cuando parezca que todo el mundo se nos viene abajo.
Espera contra toda desesperanza, espera sin desesperar y apóyate en su Palabra: