El Real Monasterio de Santa María de Poblet, Tarragona, fundado en el año 1150 al pie de las montañas de Prades, es el monasterio habitado más grande del continente europeo. Es patrimonio de la humanidad y ahora también autosuficientes, en un deseo de volver a su tradición.
En cierto sentido, Poblet se convirtió en precursor de la encíclica del Papa Francisco Laudato si', (24 de mayo de 2015), «sobre el cuidado de la casa común» que Dios nos ha dado con la Naturaleza.
Ya en 2006, el monasterio inició un proceso de reconversión ecológica, tras una toma de conciencia por parte de la comunidad, que llevó a sus monjes a ligar el respeto al medio ambiente y la voluntad de ser autosuficientes con la raíz de su tradición espiritual, a una larga tradición, que se remonta a san Benito de Nursia, fundador de los Benedictinos, pasa por el Císter y san Bernardo de Claraval, y llega hasta nuestros días.
Un movimiento de renovación espiritual y ecológica
Fray Lluc Torcal es un joven monje de 40 años de este monasterio, físico, filósofo y teólogo de formación. Hace siete años comenzó a preocuparle que la comunidad poco a poco se alejaba de sus principios monásticos, como el de buscar la armonía con la naturaleza.
«¿Es amar a Dios destruir su obra?», se preguntó el joven cisterciense. Desde ese momento se empeñó por impulsar un proyecto sostenible para su monasterio. Comunicó su idea y convenció a todos los miembros de su comunidad.
En 2009, las cuatro congregaciones cistercienses de la Corona de Aragón, a la que el Poblet pertenece, firmaron un manifiesto en el que se comprometían a actuar para respetar este principio, religioso y ecológico.
En esta conversión ecológica, la comunidad no solo se ha dejado orientar por las ciencias ambientales sino también y sobre todo por su tradición cisterciense. De este modo, han logrado la integración de las energías renovables con su edificio medieval, y todo ello con el máximo respeto de la arquitectura monástica.
Optimización ecológica
Josep María Mallarach, asesor medioambiental del Monasterio de Poblet, cuenta a Aleteia cómo se reformó, por ejemplo, la nueva instalación de agua.
«Los sistemas de agua fueron los primeros de la lista de cambios --explica--. Se reveló un gasto excesivo de agua, un millón de litros cúbicos al año, solo para 35 monjes. Se inspeccionó toda la instalación y se reformó toda la red de agua potable. Lo siguiente fue la instalación de controladores de presión en los grifos, de urinarios que funcionan sin agua, la optimización del sistema de riego para los 22 mil metros cuadrados de jardines y de huerto. La realidad nos dice que los monjes consumen un 10 por ciento menos de lo que consumían antes».
A estos cambios, le siguieron la instalación de placas solares para el agua caliente, con el desafío de evitar el inevitable impacto sobre la arquitectura, explica Fray Lluc.
Por este motivo, los captadores fotovoltaicos se situaron en los viñedos y las cintas fotovoltaicas se emplazaron en el tejado del monasterio, una manera muy discreta de preservar el conjunto arquitectónico.
Con el proceso de instalación del sistema solar con técnicas, aerotérmicas y la renovación de las instalaciones se ha reducido en un 60 por ciento el consumo de calderas de gasóleo. En un futuro cercano, los monjes quieren sustituirlas por la calefacción de Bio Care. Se trata de un sistema de quemado de un tipo de carbón que permite obtener biocarburante, y utilizar luego el mineral como fertilizante.
Como no podría ser de otro modo, los alimentos con los que se abastecen los monjes provienen de su huerto orgánico.
El granito de arena de los monjes
Fray Lluc Torcal constata: «Esto que se ha logrado, es un grano de arena que estamos poniendo para ayudar a cambiar las cosas. Por nuestra parte, queremos que los turistas que nos visiten aprendan también de nuestro sistema. Y así contribuir a la difusión de estos valores, que podrían tener éxito en poblaciones pequeñas».
Otro ejemplo, además de asegurar el reciclaje de los residuos, es el ahorro en agua destinada al regadío de los 22 mil metros cuadrados de jardines con los que cuenta el monasterio.
Se ha llevado a cabo una paulatina conversión de árboles y plantas, para evitar aquellas especies que requieren mucha agua. Se eliminaron al mismo tiempo pesticidas, fertilizantes y herbicidas, explica Josep María Mallarach.
Espectacular
La reforma más espectacular del Monasterio de Poblet está en el claustro. Los arquitectos medioambientales han querido recuperar las plantas medievales, que se plantaron en el claustro en su fundación. Una disposición, pensada para que los colores de las plantas pudieran transmitir el simbolismo del alma del monje.
La apuesta ecológica de Poblet continua y sus próximas aportaciones vienen de la mano de la energía eólica. En concreto, de unos mini molinos de viento para lograr un 100 por ciento de la electricidad limpia.
Al analizar la conversión ecológica del monasterio de Poblet se puede entender mejor la oración con la que el Papa Francisco concluye su encíclica sobre el respeto de la naturaleza: «Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza».