Durante esta audiencia, el Papa llamó a la Iglesia a redescubrir la confesión, especialmente en la víspera del Jubileo de 2025, pidiendo que los programas pastorales de las Iglesias locales den "un lugar legítimo" a este sacramento.
Recomendó que los confesionarios no queden "abandonados", sino que haya "presencia regular de un confesor, con amplio horario, en todos los ámbitos pastorales". "Nunca un confesionario vacío", insistió. […] ¿La gente no viene? Lee algo, reza, pero espera, vendrán".
El Papa también ordenó a los confesores que "nunca conversen con el diablo", ni "comiencen a jugar al psiquiatra, al psicoanalista… no". "Si alguno de vosotros tiene esta vocación, que la haga en otro lugar, pero no en el tribunal de la penitencia", martillaba en sus notas.
La misión del confesor, así explicó el pontífice, es "acoger a todos sin prejuicios" y "buscar la puerta para entrar con el perdón". Y "cuando no se puede entrar por la puerta, se entra por la ventana", añadió, sugiriendo que, si no el arrepentimiento, al menos se despierte el deseo de arrepentimiento.
El jefe de la Iglesia católica pidió a los confesores que no pongan condiciones al perdón, porque "Dios no dice 'Sólo eso…', dice 'todo'" y perdona "siempre más".
"Si alguien no se siente dador de misericordia… no vaya al confesionario", lanzó también el obispo de Roma. Lamentando el paso de un confesor de una basílica papal que vierte reproches y da una penitencia inviable. "No sale bien. Merced. Estás ahí para perdonar”, dijo.
En un mundo que tiene muchos "semilleros de odio y venganza", los confesores deben multiplicar los "semilleros de misericordia", continuó, refiriéndose a una "lucha sobrenatural", donde la victoria de Cristo se logra "cada vez que un penitente es absuelto". "Nada quita y vence más el mal que la misericordia divina", afirmó el Sucesor de Pedro.