El Papa señala, con justa razón, que los efectos del cambio climático son más duros en las personas pobres y vulnerables de todo el mundo. Los agricultores pierden sus cosechas, las familias carecen cada vez con mayor frecuencia de los elementos esenciales para llevar una vida digna, el nivel de los océanos aumenta y los glaciares se están perdiendo.
Laudato Si’ nos enseña, con claridad, lo que los científicos que integran el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) han concluido recientemente: que el mundo, nuestro mundo, se acerca rápidamente a niveles catastróficos de calentamiento y que los objetivos para frenar el cambio climático no se han logrado.
El informe del IPCC, respaldado por Naciones Unidas, es devastador. El secretario general del organismo, el portugués Antonio Guterres, ha calificado este documento como un aviso de que "la bomba de tiempo por la crisis climática avanza". Y agregó: "La humanidad camina sobre una capa de hielo muy delgado, y ese hielo se está derritiendo rápidamente".
¿Qué hay en el informe que no supiéramos?
En realidad, no hay nada nuevo, lo único que señala el IPCC es que se trata de "la evaluación más terrible y preocupante hasta el momento de los impactos climáticos en espiral que todos enfrentaremos si no se realizan cambios sistémicos ahora", según dijo Sara Shaw, coordinadora del programa de Amigos de la Tierra Internacional, en un comunicado.
Con la suma de la experiencia de los años pasados, el informe advierte que la contaminación que calienta el planeta, lejos de haber disminuido, el año pasado aumentó un uno por ciento. La ventana de oportunidad de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, se está cerrando.
En otras palabras, los niveles de carbono que se encuentran en la atmósfera terrestre son los más altos en los últimos dos millones de años. Eso hace que nos estemos precipitando rápidamente "hacia consecuencias cada vez más peligrosas e irreversibles", según lo señala el informe.
La producción mundial de contaminación no cede un ápice y la tasa de aumento de la temperatura durante el último medio siglo es la más alta en 2.000 años. Lo que es terrible es que son los países más ricos del planeta los responsables de esta producción de contaminantes, pero los que lo sufren son los países pobres, que tienen poca responsabilidad.
La mayor amenaza: los combustibles fósiles
"Nuestro planeta ya está lidiando con impactos climáticos severos, desde olas de calor abrasador y tormentas destructivas hasta sequías severas y escasez de agua", dijo Ani Dasgupta, presidente y director ejecutivo del Instituto de Recursos Mundiales, en un comunicado que refiere al IPCC.
Y la mayor amenaza, contra la que se tiene que avanzar lo más rápido posible, es la quema de combustibles fósiles que representan aproximadamente el ochenta por ciento de la energía que mueve al planeta en la actualidad y 75 por ciento de la contaminación provocada por el hombre, responsable directo del calentamiento global.
Gobiernos de países altamente contaminantes, como los de Estados Unidos, China o México se encuentran empeñados en aprobar proyectos que requieren combustibles fósiles. Sin embargo, como señala el Informe, esto no puede seguir así: evitar los peores impactos de la crisis climática requerirá cambios radicales en todos los sectores de la economía y la sociedad.
Con iniciativas como la del pasado 25 de marzo ("La Hora del Planeta") o la de sumar kilómetros por el planeta, así como cientos, miles de iniciativas surgidas a partir de la Plataforma Laudato Si’, inspirada en la encíclica del papa Francisco, la sociedad está actuando.
Ahora toca a los barones del poder político y económico hacerlo. Por una sencilla razón: como diría Francisco: "porque vamos en la misma barca".