«La protección de los menores es un problema serio. Es un problema del que todos conocemos las vergüenzas que nos ha traído a la Iglesia, que miembros nuestros hayan intervenido, hayan actuado en estos delitos. Prevenir para cuidar a los menores, es el apostolado de la prevención. El apostolado de la prevención es la clave contra los abusos».
La frase del papa Francisco contenida en un video mensaje del 18 de julio de 2019, fue citada en el documento final del encuentro realizado los días 22 y 23 de marzo, en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en Caracas.
Es lo que se desprende del seminario – taller: espacios seguros en la iglesia «Hacia la Cultura del Buen Trato, Salvaguarda y Prevención», cuyo documento final ha sido conocido por Aleteia.
Participaron doscientas ochenta personas que ejercen el servicio de la autoridad y la responsabilidad en los diferentes espacios de la iglesia, entre éstas el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Caracas; y monseñor Jesús González de Zárate, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.
La prevención es un camino ya iniciado
Hablaron del dolor físico, emocional, psicológico y espiritual que experimentan las personas abusadas, especialmente los menores de edad cuyos depredadores sexuales han tenido o tienen responsabilidades pastorales dentro de la iglesia.
Fue imposible no traer a la memoria las denuncias destapadas en algunos medios informativos en los años 2021 y 2022. Estos hicieron sonar las alarmas. La Iglesia aplicó responsabilidades en algunos casos y actualizó un mecanismo de prevención de abuso.
No se conocen las cifras exactas de esto en Venezuela. «Son casos que permanecen en la prudencia del silencio y la Iglesia parece estar decidida a enfrentarlos».
Atreverse a llegar donde están las víctimas
Como ponentes asistieron monseñor Jordi Bartomeu, miembro de la comisión pontificia para la protección de menores; y el presbítero Daniel Portillo Trevizo, director del Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (CEPROME).
«El abuso de poder es más grave cuando se da dentro de una institución (cualquier institución, política, cultural, una asociación deportiva), pero si la institución es espiritual (…) es mucho más grave porque el abuso lo comete alguien que se presenta en nombre de Dios; es la perversión más grande que pueda haber», dijo Bartomeu.
Los ponentes invitaron «a ponerse en salida de las propias comodidades intraeclesiales y atreverse a llegar a todas las periferias, en donde se encuentran aquellas víctimas y sobrevivientes que han padecido el abuso».
Igualmente, insistieron en que «la prevención solo tendrá futuro si es eclesial, con la participación más activa de los laicos en la misión de la purificación de la Iglesia”.
No limitarse solamente a un código de conducta
La actividad fue convocada por la Comisión Nacional del Buen Trato, Salvaguarda y Prevención integrada por obispos, superiores mayores, formadores de seminarios y casas de formación para sacerdotes y religiosos, vicarios pastorales, vicarios judiciales y las directivas de las diferentes instancias e instituciones de la Iglesia.
Monseñor Ángel Francisco Caraballo Fermín, presidente de esta comisión, habló de la necesidad de educarse en la cultura del buen trato, según las conclusiones.
«Una manera de atendernos, relacionarnos, cuidarnos y respetarnos como hermanos y a la vez, prepararnos y fortalecernos como Iglesia para afrontar y superar cualquier forma de abuso que desfigure el rostro de la Iglesia de Cristo en Venezuela».
«La prevención en la Iglesia en nuestro país no debe limitarse a la implementación de un código de conducta, de un protocolo de prevención o del diseño de una ruta de acción que fije su atención en la prevención de cualquier tipo de abuso a niños, niñas y adolescentes y adultos vulnerables. La prevención debe nacer de una más amplia cultura del cuidado y del buen trato; la prevención debe nacer de una más amplia…».
Reconocen las múltiples situaciones de violencia en Venezuela: física, psicológica, sexual, emocional, individual, colectiva, directa, indirecto, estructural, entre otras.
«Por tanto, la llamada que sentimos de cambiar estas situaciones nos mueve a orquestar, en un mundo globalizado, un trabajo en conjunto que abarque todas las áreas de la sociedad. la llamada que todas estas diferentes formas de violencia nos están haciendo es a procurar un cambio que debe orquestarse en nuestro mundo globalizado en todas las dimensiones de la sociedad», se lee en el documento.
Algunos pasos concretos
Entre las acciones concretas asumidas durante el seminario taller, están:
«Pasar del grito al diálogo; de la agresión y el golpe a la reflexión; de la amenaza a la enseñanza; de la discusión a la conversación; del abuso de poder a la razonada convicción con argumentos; del abuso sexual al respeto por la persona; del encubrimiento a la trasparencia».
El documento deja claro que destapar el mal hace conscientes del dolor, de la necesidad de escuchar y de acompañar a las víctimas.
«Ello deberá conducirnos a un necesario cambio, a un renovado compromiso con el buen trato, con la persona, con la sociedad y con la humanidad. Tenemos una nueva oportunidad para mejorar como seres humanos, en nuestras relaciones, en nuestras responsabilidades, en nuestras convicciones personales».
Jesús González De Zárate ratificó el compromiso de la Iglesia de promover la dignidad de la persona humana, especialmente de los niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables, «protegerlos y ofrecerles espacios seguros para su desarrollo integral».
Pero reconoció que «la Iglesia debe recorrer todavía un largo camino para garantizar espacios seguros para todos».
Diócesis de San Cristóbal a la vanguardia preventiva
Uno de los casos más sonados en Venezuela, «vergonzosamente» ocurrió en la Diócesis de San Cristóbal, siendo reseñado por la prensa internacional. Sin embargo, esta diócesis es de las más adelantadas y desde el 8 de diciembre de 2021, dio a conocer un instructivo.
«El protocolo de prevención y actuación ante actos y abusos sexuales a niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables, código de buenas prácticas para ambientes sanos y seguros en la iglesia y normativa para la Diócesis de San Cristóbal».
Se trata de un instrumento que quiere complementar y aplicar otros protocolos existentes para la prevención, detección, denuncia y actuación ante este tipo concreto de maltrato infantil, publicados por diversas instituciones civiles y religiosas.
Lo presentó como un manual para actuar adecuadamente frente a la revelación o fundada sospecha de abuso sexual contra menores y personas vulnerables. «Para saber lo que se ha de hacer con la víctima y con el presunto abusador (responsabilidades, roles, canales de comunicación, actuaciones a realizar, peligros a evitar) y prevenir situaciones de conflicto».
En conclusión, los participantes de este seminario – taller, se centraron en mirar hacia dentro de su acción pastoral, desde los documentos promulgados por Benedicto XVI y Francisco, a lo largo de casi 30 años. «La escucha de las víctimas, el dolor de quien ha sufrido el quiebre de la confianza y el abuso físico, fueron lámparas encendidas que iluminaban el discernimiento», refiere la nota recibida por Aleteia.