Vi un video motivacional basado en un testimonio de vida acerca de la superación personal en medio de la adversidad. Contenía mensajes subliminales como "cree en ti", "querer es poder", "vale la pena soñar", "esfuérzate", "logra el éxito y sé feliz, sin detenerte"...
Son mensajes que llegan a confundir el tener, el saber y el hacer con el ser. Es lo que ocurre cuando no se considera que nuestro ser está hecho para comprometernos toda nuestra existencia, en una entrega plena y total por amor, hasta la abnegación y el sacrificio.
Y es amando de esa manera cómo nos realizamos y somos felices.
Eso me recordó a personajes famosos y "exitosos", que pontifican sobre sus logros, la mayoría de ellos con vidas sentimentales azarosas entre quiebras y separaciones.
Lo cierto es que el verdadero éxito exige aprender a amar más y mejor. Es una dimensión muy distinta a la de solo lograr ese éxito que la sociedad tanto celebra, como lo son la fama, la fortuna o el prestigio profesional mal orientado, que suelen ser motivo de presunción.
Pero... ¿no se pueden presumir también las cosas del amor?
Por supuesto que sí, aun cuando de ordinario no se hace, pues solo son gozo del corazón.
Conozco la historia de dos jóvenes matrimonios: uno, entre cálculos, no se ha decidido aún por los hijos: ha viajado por el mundo, amueblado su casa y cambiado a un mejor coche; el otro, se ha abierto a la vida, comprometiendo su tiempo y su dinero en la atención de dos pequeños hijos.
Los primeros presumen del tener y el haber, los otros simplemente viven la plenitud de su ser unión de cara a Dios.
En estas historias, son los jóvenes padres quienes se han ejercitado en el don de sí, lo que habrá significado muchas veces cambiar de planes y propósitos, ajustándose libremente al orden: Dios, familia y trabajo.
Se decidieron por la plenitud, sin buscar directamente el éxito, aunque tal vez el éxito los busque a ellos, entonces tendrán éxito y plenitud.
No es lo mismo la plenitud que la riqueza material
Dicho de otra manera, no es lo mismo lograr la plenitud humana que la riqueza material, aun cuando ambas dimensiones no son incompatibles, pero entre una y otra, la más humanamente valiosa es la plenitud, porque garantiza la felicidad.
Es en esta visión de amar más y mejor a través de las pruebas, que aplica plenamente el "querer es poder", sustentado con las acciones de nuestra propia vida, por lo que el querer aprender a amar, es ya empezar a amar, contando siempre con que implica esfuerzo.
Luego, otra propuesta puede y debe ser:
"Ve tan lejos en el amor, como te alcancen las fuerzas del corazón, que desde ahí podrás amar más todavía."
El amor cuesta
Debe ser así, pues aunque el amor es lo más natural del ser humano, lo normal es que sea costoso porque no se da en automático sino que exige el esfuerzo por el que todas las tendencias sensibles, emocionales y psicológicas se han de regir por la inteligencia y la voluntad, para obrar el bien de quien se ama.
Luego, para las obras del amor, realmente aplica: "Cree en ti, querer es poder, vale la pena soñar, esfuérzate por aprender a amar más y mejor... sé feliz."
Eso explica que, cuando el amor es muy grande, las dificultades o el mismo dolor no pesan más que la alegría de quien, amando, se olvida de sí mismo.
Por eso es muy cierto que el amor todo lo puede.
"El amor hace fecundo el dolor y el dolor hace profundo el amor."