Margarita da Silveira nació en Tacuarembó (Uruguay), pero vive en Argentina desde hace muchos años. Ahora tiene 31, y hace unos tres vivió un encuentro con Jesús que le cambió la vida.
Aunque todavía está en un proceso de conversión, hoy solo quiere compartir el tesoro espiritual que ha descubierto en la Iglesia católica.
"Las personas tienen que saber que Jesús está vivo y presente a día de hoy, que dio su vida por nosotros en esa cruz y que nos ama profundamente", explica a Aleteia.
"He venido a salvarte"
El punto de inflexión que alzó a Margarita fue una experiencia de violencia en una relación enfermiza.
"Ese día recuerdo que le recé y le pedí mucho a Dios que me sacara de ahí. Ese día recé como nunca en mi vida para que me salvara.
Lo magnífico es que Él me estaba esperando. Sentí que me dijo: "Hija, acá estoy, he venido a salvarte, no tengas miedo. Te esperan cosas grandiosas".
Una vida imperfecta
Desde su adolescencia, Margarita había buscado respuestas en el reiki, el yoga y la meditación, pero nada le llenaba ni le daba paz.
Al mirar al pasado, afirma: "Siempre fui una persona muy egoísta, egocéntrica, altanera, siempre tenía una mirada del otro desde señalar y juzgar, y establecía una relaciones muy desordenadas".
Margarita no recibió una educación católica en su infancia: "No sabía rezar, ni quién era Jesús y por qué hizo lo que hizo", recuerda.
Comunión y Confirmación
Pero en aquel momento crucial de su vida, "sentí que el Señor me salvó de esa relación y a partir de ese momento comencé un camino de sanación y perdón".
Entonces Margarita quiso estudiar y conocer la historia de Jesús. "Tenía hambre y sed de Él y decidí emprender un camino de transformación para poder entender por qué hizo lo que hizo conmigo".
Comulgó y recibió al Espíritu Santo en el sacramento de la Confirmación.
La experiencia de conocer al papa Francisco
Margarita viajó a Roma donde pudo ver al papa Francisco, a quien admira mucho. La experiencia en el Vaticano también marcó profundamente su vida.
"Sentí como si se me arrancara el corazón de piedra y un fuego de amor que no era humano ardiese dentro de mí.
De repente entendí todo: que había sido creada desde el amor para el amor y que el Señor no es un Dios lejano que condena, sino un Dios de amor que me esperó respetuosamente".
"La vida eterna empieza aquí"
Hoy Margarita trata de vivir su vida cristiana apoyada en los sacramentos y el Rosario, convencida de que vale la pena todo esfuerzo para alcanzar la vida plena:
"Tengo momentos difíciles de humillación y rechazo: en el trabajo, con las amistades e incluso en la familia.
Pero seguir a Cristo vale la vida. La vida eterna empieza aquí, porque ya desde aquí se puede degustar el cielo".
Margarita dice que no hay que orar por una vida fácil sino por la fuerza para soportar una difícil. Y reconoce:
"Todavía estoy aprendiendo y tratando de entender muchas cosas, sigo siendo un diamante que Dios está puliendo, para ser más perfecta y brillante. Pero Dios no vino a salvar a los santos, sino a los pecadores".
Hija de Dios
"Todos hemos tenido problemas en nuestras vidas, y queremos ser la mejor versión de nosotros mismos", afirma. Y asegura que centrarse en la fe le ayuda a ello.
"Hay momentos en que las redes sociales, el ruido de la ciudad, la televisión y los problemas hacen que me desvíe del camino por un rato, pero enseguida Dios me trae de regreso".
El enemigo esté en una lucha tremenda conmigo todo el tiempo, porque estuve muchos años de su lado. Pero hoy me he convertido, en una hija de Dios. Y eso es algo que realmente a él le molesta".
En este sentido, la joven constata que "el mundo te ofrece muchas comodidades, pero no estamos hechos para la comodidad sino para la grandeza, para ser geniales, y tenemos que estar en la lucha para obtener las recompensas".
Finalmente, Margarita quiere lanzar un mensaje a todo aquel que busca a Dios:
"Si Él se fijó en mí, que no soy nada, si Él trabaja en mí y vino a salvarme, ¿cómo no lo va hacer con vos? ¡Y con todos!
No es un dios castigador, que reproche y reclame. Él te ama, solo tienes que entregarte a Él. El amor siempre vence".