"En el nombre de Dios, aceptemos y perdona, siempre", instó también, preocupándose por aquellos que se sienten "juzgados" en la Iglesia, frente a los 1.800 sacerdotes de Roma reunidos a su alrededor. Esta celebración se llevó a cabo pocos días después de su alta el 1 de abril del Hospital Gemelli donde fue tratado por bronquitis.
En su homilía, durante esta celebración en la que sacerdotes de todo el mundo renuevan sus promesas sacerdotales, el Papa meditó sobre el Espíritu del Señor, que está "en el origen de nuestro ministerio, de la vida y vitalidad de cada pastor", aseguró, invitando a no "estacionarlo en un área devocional".
Después de la "primera unción que comenzó con una llamada de amor", recordó el pontífice, de 86 años, el sacerdote se enfrenta a un "momento de la verdad", en el que experimenta "desilusiones, fatigas y debilidades, el 'ideal que parece diluirse ante las exigencias de la realidad'. La lealtad se vuelve "más incómoda de lo que era antes".
Este calvario puede conducir a "una cierta mediocridad", continuó el sucesor de Pedro, advirtiendo contra "tres tentaciones peligrosas": la del compromiso, donde "uno se contenta con lo que puede hacer"; el de las compensaciones, donde "tratamos de recargarnos de algo distinto a nuestra unción"; la del desánimo, donde, "descontentos, seguimos por inercia". Entonces "uno se encierra en sí mismo" y el corazón "se encoge", agregó.
Para el obispo de Roma, esta crisis puede convertirse en "el punto de inflexión del sacerdocio", "la etapa decisiva de la vida espiritual, donde la elección última debe hacerse entre Jesús y el mundo, entre el heroísmo de la caridad y la mediocridad, entre la cruz y cierto bienestar". Es el momento de la "segunda unción", que "hace la verdad en profundidad, que permite al Espíritu ungir nuestras debilidades, nuestras obras, nuestra pobreza interior".
Luego, el Papa instó al sacerdote a "reconocer la verdad de su propia debilidad", preguntándose si su realización depende de sus "capacidades", de su "rol", de "cumplidos", de "comodidad" o de la unción. En efecto, explicó, es cuando el Espíritu Santo se convierte en "protagonista de nuestra vida" que alcanzamos la "madurez sacerdotal".
Improvisando algunas palabras, el Papa Francisco se dirigió en particular a los sacerdotes "desorientados", instándolos a tener "valor". "El Señor es mayor que vuestras debilidades, que vuestros pecados", afirmó, deslizando: "La doble vida no os ayudará y tampoco tirarlo todo por la ventana".
En lugar de "tratar de mejorar corrigiendo algo", el Papa animó al clero a confiar en el Espíritu Santo "sin retener nada", estando dispuestos "a servir allí y como se nos pida". Aseguró que "la vida espiritual se vuelve libre y gozosa". "¡Nuestro sacerdocio no crece remendando, sino desbordando!", lanzó.
"Gracias por el bien oculto que haces"
El pontífice también instó a los sacerdotes a "construir armonía", precisando que no se trata de una "cuestión de estrategia o cortesía", sino de una "exigencia interna de la vida del Espíritu". Y para advertir: "Pecamos contra el Espíritu, […] cuando nos convertimos, incluso por ligereza, en instrumento de división. […] Estamos jugando el juego del enemigo que no se muestra a plena luz del día y al que le gustan los rumores y las insinuaciones, que fomenta partidos y grupos de presión".
El Papa desea que los pastores desarrollen bondad. "Si la gente encuentra, incluso en nosotros, personas insatisfechas e insatisfechas, viejos que critican y señalan con el dedo, ¿dónde verán la armonía?" se preguntó, señalando que muchos "se están alejando, porque no se sienten acogidos ni amados en la Iglesia, sino mirados con sospecha y juzgados".
Finalmente, el Papa concluyó expresando su agradecimiento a los sacerdotes de su diócesis. "Gracias por su testimonio y por su servicio; gracias por el bien oculto que hacéis, por el perdón y el consuelo que ofrecéis en el nombre de Dios; […] gracias por vuestro ministerio que muchas veces se ejerce a costa de mucho cansancio y poco reconocimiento", les dijo.
El pontífice argentino también anunció que estaba ofreciendo a los sacerdotes de Roma la obra "La Seconda chiamata – Il coraggio della fragilità" (La segunda llamada – El coraje de la fragilidad, ediciones EDB, 2019), una colección de textos sobre los peligros de la vida religiosa. vocación.
Durante la celebración, los 1.800 sacerdotes de Roma presentes en torno a su obispo renovaron sus promesas sacerdotales. El Papa también consagró el Santo Crisma, que será utilizado para los sacramentos del bautismo, confirmación, orden, así como para la dedicación de iglesias y altares.