Siete años después de un primer encuentro con el Papa Francisco, Claudio Rossetti y su perro Magnum regresaron a Roma por la Via Francigena para saludar al pontífice al final de la audiencia general del 29 de marzo de 2023.
Esta fue una oportunidad para resaltar el aspecto social de los perros San Bernardo, que está íntimamente ligado al albergue del mismo nombre fundado en 1050 por San Bernardo de Menthon.
Los canónigos regulares de la comunidad contribuyeron a la popularización de esta raza canina a partir del siglo XVIII, utilizándolos para ayudar a los peregrinos en dificultades a la hora de cruzar el paso.
"La idea de hacer este camino de más de 1.000 kilómetros (621 millas) fue un desafío importante", explicó Claudio Rossetti, en un encuentro con los periodistas en el cuartel de la Guardia Suiza, el punto de llegada de la Vía Francígena. Este hombre del cantón suizo de Tesino, de 60 años e implicado en la vida cultural suiza, ha vivido otras muchas aventuras como la Maratón de Venecia y la organización de una rueda de prensa en el Kilimanjaro.
A pesar del clima templado de marzo, esta larga caminata fue un gran desafío físico para Rossetti y su perro, quien estaba visiblemente cansado después del esfuerzo.
El embajador de Suiza ante la Santa Sede, Denis Knobel, saludó con humor al perro Magnum como otro "embajador" de la vocación social y humanitaria de Suiza, llamada, por su posición geográfica, a acompañar a peregrinos y senderistas en su travesía de los Alpes.
"Tomé esta decisión de volver a caminar tras un encuentro con el papa Francisco en 2016", en el marco del proyecto de inclusión de la raza San Bernardo en el patrimonio de la UNESCO como perro de rescate, explica Claudio Rossetti a I.MEDIA.
La primera vez que se encontró con el Papa, "el Santo Padre había preguntado dónde estaba el tonel del perro San Bernardo. Prometí traerle uno a pie", dice el aventurero suizo, quien dice que el Papa estaba encantado de que finalmente le ofrecieran, siete años después, este pequeño barril que tradicionalmente colgaba del cuello de este perro.
"Al principio, no sabía cómo hacer este viaje, ni cuánto tiempo tomaría", dice. Se optó por seguir la Via Francigena por etapas, año tras año, durante un total de 12 semanas. "Para esta última etapa, caminamos 75 kilómetros (47 millas) desde un pueblo cercano a Viterbo", cuenta.
Un perro que crea conexiones sociales
"El proyecto era caminar solo con el perro, pero es fácil conocer gente. Es un perro que crea un vínculo", explica Claudio Rossetti, quien fue director de la Fundación Barry de 2015 a 2021. Esta asociación, creada en 2005, es una continuación del trabajo asistencial que realizan los perros del Hospice du Grand-St. Bernard, desarrollando el aspecto de "perro social" o "perro de terapia" de la raza.
"Casi todos los días, un equipo compuesto por un perro y un acompañante visita hospitales, escuelas y residencias de ancianos", dice, y agrega que la Fundación cuenta con un total de unos 30 perros.
Los perros San Bernardo contribuyen así a los lazos entre las personas que viven en localidades a veces aisladas, y también acercan a Suiza e Italia, ya que comparten esta frontera nevada durante la mayor parte del año.
"El perro San Bernardo era originalmente un mestizo tibetano, domesticado por los canónigos como perro de rescate para ayudar a los peregrinos en dificultades para cruzar el paso, especialmente en caso de avalanchas", explica Corrado Jordan, ex alcalde de Saint-Rhémy-des-Bosses, un pueblo italiano pero francófono de unos 400 habitantes situado en el Valle de Aosta, en la frontera con Suiza.
Recuerda la discreta visita de Benedicto XVI a la región el 18 de julio de 2006, durante la cual el Papa alemán, cuyo afecto por los animales era bien conocido, pudo acariciar algunos perros San Bernardo mientras visitaba el Gran Hospicio de San Bernardo. "La policía italiana tuvo que detenerse en la frontera", dice Corrado Jordan.
El Gran Hospicio de San Bernardo está en territorio suizo, pero el Valle de Aosta está vinculado a esta comunidad religiosa, que también ha proporcionado sacerdotes a algunas parroquias ubicadas en territorio italiano.
El funcionario electo ve en estos perros San Bernardo símbolos de la "solidaridad y los lazos sociales" que dan ritmo a la vida de esta región transfronteriza, en la que siempre se ha mantenido un espíritu de hospitalidad, "incluso durante las Guerras", señala. insiste.
Las dificultades encontradas por las tropas de Napoleón para cruzar los Alpes en 1800 contribuyeron a la popularización del San Bernardo, ya que circularon entre la población francesa historias de rescate de soldados por parte de estos perros que entonces aún eran poco conocidos.
La raza ha tenido múltiples apariciones en la cultura popular, desde Looney Tunes en la década de 1950 hasta la película Beethoven de la década de 1990. Hoy en día el perro tiene gran visibilidad en la cultura popular como un perro de familia protector y entrañable.