Esta mañana fui con mi esposa Vida y mi nieta Ana Sofía a visitar a Jesús, estar con Él, hacerle compañía. Fue una visita familiar muy bonita.
He visto tantos milagros ocurridos ante Jesús en el Sagrario, verdaderamente extraordinarios, por eso suelo sugerir a las personas con dificultades que vayan a verlo.
Él tiene las respuestas que buscas, las gracias que necesitas, el amor que nadie más te podrá dar.
A veces me detengo a reflexionar sobre lo que hizo Jesús por nosotros. Su doloroso y cruel sacrificio.
Una vez leí esta frase que impactó y es muy cierta, lo resume todo:
"No fueron los clavos los que mantuvieron a Jesús en la Cruz. Fue su amor por ti".
Él tenía el poder para bajar de aquella cruz sin ningún problema, pero no lo hizo. Soportó hasta el final, pensando en ti.
Amor abandonado
Suelo preguntarle: "¿Cómo puedes amarnos tanto?".
Y hay motivos para mi pregunta. Mira a tu alrededor, o mejor, pasa por un oratorio donde esté el Sagrario. ¿Qué viste? Esa es la respuesta.
Suelo ir a visitarlo y a menudo encuentro el oratorio vacío y a Jesús sin compañía.
¿Por qué ocurre esto? Porque no hemos experimentado su amor. El mundo nos absorbe.
Lo conocemos poco.
Entra en la Biblia
He reflexionado mucho y me parece que los católicos debemos leer más la Biblia, no basta escuchar los Evangelios en Misa.
En tu casa o un parque, una biblioteca o una iglesia, abre tu Biblia y lee. Reflexiona sobre lo que lees. Y lo más importante, esto es un consejo de los grandes santos de nuestra Iglesia: métete en el Evangelio.
¿Qué es esto?
Muy sencillo. Usa tu imaginación.
Imagina que estás allí con Jesús, en medio de las personas lo que rodean y escuchan admirados sus palabras. Tú estás entre la multitud, y casi puedes tocar su manto.
Conocer a Jesús y amarle
No podemos amar lo que no conocemos.
Por ello es necesario conocer a Jesús, su vida, sus palabras. Debes conocerlo más para amarlo más.
Otra forma de conocerlo a profundidad es rezando el Santo Rosario, que es bíblico, cristocéntrico y sigue los pasos de Jesús en cada Misterio.
Me parece que fue a santa Margarita María de Alacoque en una de las apariciones del Sagrado Corazón, a quien Jesús le hizo estas fuertes revelaciones:
"Mi divino Corazón está tan apasionado de amor por los hombres y por ti en particular...
He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha reservado hasta agotarse y consumirse para mostrarles su amor.Tú, al menos, dame este consuelo: suplir cuanto puedas a su ingratitud.
Mira este corazón mío, que, a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aun en el mismo sacramento de mi amor.
Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradoramente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a Mi servicio".
¿Cómo regalarle consolación?
Me nace del alma decirle:
Ya sabes que visitarlo en el Sagrario es una de mis actividades favoritas y cuando no puedo ir le pido a los amigos que me hagan el gran favor de saludarlo de mi parte. Busco sacarle una sonrisa de alegría. Que sepa que lo queremos.
Te pido un favor, no dejes solo a Jesús en el Sagrario. Visítalo, acompáñalo, dile que lo quieres. Tiene tantas gracias esperando para darte...
Y cuando vayas por favor dile: "Buen Jesús, Claudio te manda saludos". Ya sabes que me encanta sorprenderlo desde diferentes países.
Justo hoy mi cuñada Alexandra me ha dicho: "Le dejamos tu saludo a Jesús". Se encuentra peregrinando en Tierra Santa con mi hermano Henry. ¡Qué maravilla!
¿Te gustaría compartir tus experiencias con Jesús en el Sagrario? Escríbeme si lo deseas. Te dejo mi email personal: cv2decastro@hotmail.com
¡Dios te bendiga!