La diferencia más importante entre la Escritura y cualquier otro libro es que la Escritura fue escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo.
"He aquí la Palabra de Dios", oímos en misa después de las lecturas bíblicas: es lo que mejor define la naturaleza de la Escritura.
Dios mismo cita la Biblia, como se ejemplifica en el Evangelio sobre los discípulos en el camino a Emaús.
"Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él".
Esta frase describe de modo muy claro el hecho de que en todo el Antiguo Testamento hay predicciones sobre Jesucristo.
La abreviatura que da nombre a la Biblia en hebreo
Según la Tradición judía, la Biblia se divide en tres partes: la Torá (Torah), los Profetas (Nevi'im) y los Escritos (Ketuvim).
De ahí que el nombre de la Biblia en hebreo sea una abreviatura de las primeras letras de estas tres partes: TaNaKh.
Una frase de los Evangelios muestra que las predicciones contenidas en el TaNaKh "se referían a Él", a Jesucristo.
Lo expresa muy bien la definición que nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica: "Novum in Vetere latet et in Novo Vetus patet" (el Nuevo Testamento está oculto en el Antiguo, mientras que el Antiguo encuentra explicación en el Nuevo).
"Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan".
Emaús hoy
Emaús es un símbolo de cada Misa, en la que hay dos partes: la escucha de la Palabra de Dios y la Liturgia de la Eucaristía, durante la cual Jesús viene a nosotros en la Sagrada Comunión. Participamos así en lo que vivieron los apóstoles.
Los discípulos confesaron: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".
¿Cómo se siente mi corazón cuando escucho las lecturas de las Escrituras en Misa?
Después de la Misa, ¿recuerdo de qué trataba el Evangelio y las demás lecturas y el salmo?
¿Cómo recibo a Jesús en la Sagrada Comunión?