Mediante una declaración firmada por el obispo David J. Malloy de Rockford, Illinois, presidente del Comité de Justicia Internacional y Paz de la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), los prelados estadounidenses subrayan su «inquebrantable solidaridad» con los obispos, sacerdotes, fieles y «todos los hombres y mujeres de buena voluntad» de Nicaragua que están sufriendo una intensa la persecución por parte del gobierno encabezado por Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo.
Señalando particularmente las restricciones impuestas por el gobierno sandinista a la Iglesia católica, especialmente durante la Semana Santa y la Pascua, en la que prohibió la celebración de las procesiones y las representaciones populares –arraigadas entre los fieles nicaragüenses, incluyendo el Viacrucis del Viernes Santo-, el obispo Malloy, a nombre de todos los obispos de la Unión Americana, dejó en claro que la razón no está del lado del presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo.
Liberación de Rolando Álvarez
En una parte importante del comunicado que, sin duda, repercute en toda la Iglesia de América del Norte y Centroamérica, el obispo Malloy también hizo un llamamiento al gobierno de Estados Unidos y a toda la comunidad internacional para que «sigan trabajando por la liberación» de monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, que «languidece en prisión» y ha sido «despojado de su ciudadanía».
Álvarez se encuentra recluido en una cárcel acusado de atentar contra la soberanía de Nicaragua, aliado de fuerzas extranjeras para derrocar al régimen y propagar noticias falsas a través de los medios de comunicación de la diócesis de Matagalpa.
Con estos y otros cargos falsos, Álvarez fue condenado a 26 años y medio de prisión. Con el «agravante» que se negó a tomar el avión hacia el exilio en Estados Unidos, junto con otros 221 presos políticos del sandinismo.
Además de la prohibición de las tradicionales celebraciones y procesiones al aire libre de Semana Santa, señaló el obispo Malloy. Según el prelado estadounidense, los fieles «han soportado constante hostigamiento policial en iglesias de toda Nicaragua, confiscación de bienes, así como la expulsión del país de dos religiosas y un sacerdote, este último por llamar a la liberación del obispo Rolando Alvarez».
Asistencia récord
«A pesar de estas dificultades extremas, los fieles nicaragüenses, en unión con sus obispos y sacerdotes, han dado testimonio del poder de la resurrección de Cristo, asistiendo a las celebraciones de Pascua en un número récord», dice en su comunicado el obispo Malloy.
La prensa internacional dio cuenta de que decenas de miles de nicaragüenses participaron el Viernes Santo congregados en los templos y atrios, luego de que las autoridades prohibieran a la Iglesia católica celebrar las procesiones del Vía Crucis en las calles durante Semana Santa. A pesar de todo, hubo una masiva procesión encabezada por el cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua.
El comunicado del Comité de Justicia Internacional y Paz de la USCCB agrega: «Que Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, patrona de los Estados Unidos y de Nicaragua, abrace a sus hijos en este tiempo difícil, y los ilumine con la luz de Cristo resucitado».
En marzo, en Washington, una audiencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos examinó lo que calificó de persecución anticatólica de Ortega y pidió que se tomaran medidas, pocos días después de que el Vaticano dijera el 18 de marzo que había cerrado su embajada en Nicaragua después de que el gobierno del país propusiera suspender las relaciones diplomáticas.
A la pregunta de por qué el régimen de Nicaragua le teme tanto a la Iglesia católica, respondió hace pocos días a la cadena de televisión CNN el sacerdote panameño Donaciano Alarcón, quien fuera expulsado por el Gobierno de Daniel Ortega el 3 de abril. Alarcón aseguró que el régimen de Ortega y Murillo tiene miedo del poder de convocatoria que todavía tiene la Iglesia católica en Nicaragua y en toda Latinoamérica.