Un día, san Juan Bosco le preguntó al Padre Cottolengo: ¿Qué remedio debo recomendar a las personas que vienen a contar que están aburridas de la vida, desesperadas y llenas de mal genio por la pobreza, por las enfermedades o por el mal o no conservan la paz interior?
El Padre Cottolengo respondió:
"Mira, Bosco, el mal de aburrimiento, la pérdida de paz y de la desesperación es el mal moderno más común de todos. Para combatirlo, Dios nos ha mandado un gran remedio siempre antiguo y siempre nuevo: pensar en el Cielo que nos espera. No olvides nunca que: un pedacito de Cielo lo arregla todo".
Un gran cambio
San Juan Bosco se fue a practicar el consejo recibido y pronto empezó a notar los maravillosos resultados.
A su despacho, llegaban personas malhumoradas, que no saludaban a ninguno de los que estaban en la sala, esperando su turno para ser atendidas; personas consumidas por la tristeza y carcomidas por la angustia.
El Padre San Juan Bosco, recordando que "un pedacito de Cielo" lo arregla todo, les hablaba de cómo hay que vivir como resucitados, con la alegría del Cielo que nos espera, de esa alegría que gozaremos en plenitud dentro de poco tiempo…
Y aquellas personas cambiaban de semblante. Parecían renacer de nuevo.
Estoy en la "antesala del cielo"...
Afirmaba santa Teresa de Jesús:
"Donde está Dios es el cielo". Podemos decir sin lugar a dudas que vivimos en la "antesala del cielo".
Solo hay que vivir con la mirada en ese cielo prometido, "amando".