Frente a algunos miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa, saliendo regularmente de su texto con entusiasmo palpable, se apoyó en el ejemplo de san Francisco Javier, patrono de las misiones católicas y evangelizador de Asia, para animar hoy las vocaciones misioneras y atreverse a entrar en contacto con culturas diferentes, especialmente con China.
Javier fue un "gran soñador" que entendió que "el país decisivo para la misión en Asia" era China. "Con su cultura, su historia, su grandeza, ejerció un dominio de facto sobre esta parte del mundo", detalló el Papa.
"También hoy, China es un polo cultural, un gran umbral, una historia muy bonita", improvisó el Papa, que estableció en 2018 un polémico acuerdo con el actual régimen comunista sobre los nombramientos de obispos, con resultados muy dispares hasta el momento.
Tal vez haciéndose eco de sus propias dificultades, el Papa reconoció que sus compañeros jesuitas habían fracasado: San Francisco Javier murió a las puertas de China, "en la pequeña isla de Schangchuan, esperando en vano para desembarcar en el continente, cerca de Cantón", el Papa ha recordado.
"El 3 de diciembre de 1552 murió en total abandono, sólo un chino estuvo a su lado para velarlo. Así termina el viaje terrenal de François Xavier", con tan solo 46 años. Este hombre de origen culto murió a las puertas del "país más culto de la época", acompañado de un chino: "todo un símbolo", se maravilló el Papa.
"El amor de Cristo fue la fuerza que le llevó hasta las fronteras más lejanas, a costa de constantes fatigas y peligros, superando fracasos, decepciones y desánimos, e incluso ofreciéndole consuelo y alegría en seguirlo y servirlo hasta el final". explicó el Papa.
Una inspiración para los misioneros de hoy
"Hay tantos misioneros ocultos que hoy también hacen tantas cosas, incluso más que san Francisco Javier", reconoció el Papa. El pontífice argentino rindió homenaje a los numerosos sacerdotes, laicos y religiosas que aún hoy se atreven a la aventura de la misión, especialmente desde Italia.
Dijo en particular que, al estudiar los expedientes de los candidatos al episcopado, notó que muchos sacerdotes tenían experiencias fuera de su país de origen, a veces durante una década. Invitó a cultivar este impulso misionero inspirándose en san Francisco Javier, remontándose en detalle al camino del que fue uno de los primeros compañeros de san Ignacio de Loyola.
Nacido en 1506 en Navarra y estudiando en París, Francisco Javier fue "un joven inteligente pero mundano", que finalmente abandonó todas sus ambiciones de carrera eclesiástica para convertirse en misionero, siguiendo a San Ignacio de Loyola. Aceptó realizar un viaje a Oriente, y por tanto a "mundos desconocidos".
"Así comienza la primera de una larga serie de apasionados misioneros, dispuestos a soportar inmensas dificultades y peligros, para ir a tierras y encontrarse con pueblos de culturas y lenguas totalmente desconocidas" para "dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio", se maravilló Francisco.
"En ese momento, los viajes en barco eran muy difíciles y peligrosos. Muchos fueron los que murieron en el camino, víctimas de naufragios o de enfermedades", recordó el Papa Francisco, refiriéndose también a los migrantes a los que "dejamos morir en el Mediterráneo".
Un viaje de 11 años por India, Indonesia y Japón
San Francisco Javier pasó un tercio de sus 11 años de misión en Asia, desde la India hasta Japón, en barcos. Tras una primera experiencia de evangelización en Goa, "durante una oración nocturna ante la tumba del apóstol san Bartolomé, sintió que tenía que ir más allá de la India". Luego partió hacia las Molucas, en el archipiélago de Indonesia, donde tradujo el catecismo a la lengua local, evangelizando a las poblaciones a través del canto. Esta experiencia lo hará "llorar de alegría", dijo el Papa.
"Un día, en la India, conoce a un japonés que le habla de su país lejano, donde nunca ha estado ningún misionero europeo. Francisco Javier decide partir lo antes posible y llega allí después de un viaje de aventuras en un junco chino", recordó el Papa.
"Los tres años pasados en Japón son muy duros, por el clima, la adversidad y el desconocimiento del idioma, pero también allí las semillas plantadas darán muchos frutos", recordó el Papa Francisco, destacando la atención prestada por Francisco Javier a los más pobres.
Por eso, el pontífice argentino, de 86 años, pidió que San Francisco Javier sea un modelo inspirador para tantos jóvenes "que no saben qué hacer con sus preocupaciones", remarcó. "Mira el horizonte del mundo, mira a los pueblos que tienen tantas necesidades, a tanta gente que sufre, a tanta gente que necesita conocer a Jesús", improvisó Francisco, saliendo de su texto con entusiasmo.
"Hoy también hay jóvenes valientes", explicó el Papa, refiriéndose en particular a los actuales misioneros en Papúa Nueva Guinea, de los que le hablaron recientemente los obispos del país en visita ad limina. "Que el Señor nos dé a todos la alegría de evangelizar, de llevar adelante este mensaje que nos hace felices y que hace felices a todos", insistió el Papa, volviendo así a la raíz de su propia vocación jesuita.