Admirado por algunos y repudiado por otros, por el mismo motivo y como el propio autor querría, la obra de León Ferrari polemizaba con el artista en vida. Y lo sigue haciendo post mortem. Y su provocación vuelve a ser motivo de exposición en un espacio público de Buenos Aires, esta vez el Museo Nacional de Bellas Artes, museo nacional dependiente del Estado Nacional que hasta el 13 de agosto ofrece una exhibición gratuita sobre Ferrari.
Cerca de 250 obras de Ferrari organizadas en torno a cuatro ejes protagonizan una exposición que debía ser inaugurada en pandemia, pero ahora en 2023 es resignificada por los organizadores con un nuevo marco, relacionándola con el 40 aniversario del retorno de la democracia al país.
«Esta exposición se vuelve, entonces, un llamado a reflexionar en torno a la construcción de una sociedad sin violencia y autoritarismo, más equitativa y solidaria», proponen.
Clara pretensión de crítica
Entre las obras de Ferrari presentadas se incluyen algunas de series «La Biblia», «Proyecto contra el Infierno» y «Relectura de la Biblia». En esta última, Ferrari interviene obras clásicas con motivo bíblico y los combina con técnicas de collage con referencias a figuras occidentales y orientales relacionadas con el erotismo, en algún caso con humor y sarcasmo, casi siempre con una clara pretensión de crítica a la noción de pecado en el cristianismo y como crítica a la moral sexual cristiana.
En ocasiones lo hace vinculando pasajes bíblicos con escenas sexuales que difícilmente dejen la sensibilidad del cristiano indemne. Y también se incluyen en esta exposición obras de «La civilización occidental y cristiana».
Blasfemias
Son obras que una y otra vez escandalizan cuando son expuestas en un espacio público solventado por impuestos, polémica que muchos a la vez celebran. Y son las mismas obras que el propio Jorge Bergoglio, siendo arzobispo de Buenos Aires, calificó como blasfemas.
El mismo Ferrari, en respuesta a una crítica que se le hizo en un periódico por su clásica serie dentro de la cual se encuentra la obra de Cristo crucificado en un avión, realizada para denunciar la Guerra de Vietnam, escribió que para él «es casi condición necesaria que toda renovación implique la reacción más o menos violenta de los grupos conservadores».
El mismo Ferrari aceptaba en ese artículo que si alguien le cuestionaba el rotulo de arte, no tenía problemas en asumir el de política o crítica corrosiva.
Más allá de la participación del artista en muestras nacionales e internacionales, la figura de Ferrari adquirió un gran renombre cuando ya en 2004 el porteño Centro Cultural Recoleta organizó una muestra que valió tanto rechazos y repudios en el centro municipal, como reacciones beligerantes para los asistentes a misa en el aledaño templo de la Iglesia del Pilar de parte de defensores del artista.
Reparación y petición de perdón
En esos tiempos, el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, decía: «Jesús ya nos había advertido que sucederían estas cosas y, con mucha ternura, nos dijo que no tuviéramos miedo, que somos su pequeño rebaño, que perseveráramos en la lucha por la fe y en la caridad, esperando en Él, orando con verdadera confianza de hijos al Padre que nos quiere. Frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad les pido que, todos unidos, hagamos un acto de reparación y petición de perdón».
Desde entonces, las muestras en espacios públicos sostenidas por impuestos de la ciudadanía que incluyen obras consideradas blasfemas y claramente hirientes de la sensibilidad de la mayoría de los cristianos se han convertido en recurrentes, tanto en espacios sostenidos por estados municipales o provinciales como nacionales.
En muchos casos, los organizadores apelan a la libertad de expresión y consideran que favorecen la discusión pacífica, y consideran como reparo suficiente la aclaración con formato de cartel y aviso de que «las imágenes podrían herir sensibilidades».