Mi hermana menor lo tiene todo: belleza, soltura, encanto, facilidad para aprender y lograr todo aquello que se proponga. Mis padres no tenían ojos más que para ella y yo me daba cuenta.
Cuando me convertí en una mujer puse a prueba mi capacidad de gustar a los hombres, pero mis primeros intentos resultaron en fracaso. Me decían que era una chica maravillosa, buena, pero…. Así que decidí refugiarme en mi trabajo con turnos de doble jornada. Prácticamente había renunciado a tener vida social.
Conocí a alguien.
Hasta que un día conocí a un hombre en el restaurante del comedor del hospital. Me habló de su admiración por las personas que trabajamos por el bienestar y salud de los demás. Empezó a invitarme al cine, a una comida, me presentó con sus amigos con quienes hacíamos caminatas... Yo sentía que era otra y que era feliz.
Pero un día, mientras decidía que color de lápiz labial ponerme, vi en el espejo a una mujer de casi cuarenta años que apenas conocía: "Vas a morir sin haber vivido casi nada", me dije a sí misma. Tenía que hacer algo por mí.
Así aprendí a quererme
En ese momento recordé los consejos de una amiga cuando me contaba lo mucho que asistir a psicoterapia le había ayudado. Así fue como empezó esta experiencia tan hermosa de quererme.
Comprendía que quererme, pero quererme con autenticidad era y es realmente importante. Poco a poco en cada sesión fui encontrándome digna de vivir, de ser apreciada y amada.
Esto lo hice mientras mi relación con Juan, el hombre que había conocido en el hospital, crecía. Fue muy importante porque comprendía que el amor de los otros es apoyo, no salvavidas.
El psicólogo francés Christophe André, autor de numerosos libros, opina que quienes se aprecian no necesitan del otro para sentir que existen, sino que eligen pareja para casarse o amigos sin la intención de llenar un vacío, cosa que hacen muchos. Además esas personas distinguen bien cuál es su espacio y el de los demás, están dispuestas a comprometerse y establecer vínculos con mucha más confianza.
Yo descubrí que no me quería nada o que me quería tan poco que me cerraba a tener vida social y más aún sentimental pues no quería sufrir si la relación no florecía.
Quererse camina de la mano con la autoestima
Si bien escuchaba muchas cosas sobre el hecho de valer, cuidar de una misma, sentirse merecedora de la felicidad en algún podcast o programas de Youtube, en realidad no era consciente de que este quererse estaba relacionado con la autoestima.
Es más, quererse y tener autoestima caminan paralelo la una de la otra. Cuando una persona no tiene autoestima no puede quererse como tal. Esto lo comprendí en mis sesiones.
Debo decir que este proceso es doloroso pero también hermoso porque, entre muchas otras cosas, ahora comprendo que si yo no me quiero con calidad de amor, los otros no saben cómo hacerlo.