El país de acogida de la familia migrante influye en la forma de vivir la fe en el exterior. Pasando, por ejemplo, de Francia a Italia, la familia permanece en un país de tradición católica con la posibilidad de encontrar fácilmente una iglesia en su barrio, grupos de oración o movimientos. La familia podrá así seguir practicando su fe.
La influencia de la cultura local traerá novedad, renovación, otro testimonio en el modo de vivir la fe. Habrá cosas positivas y otras negativas, pero permitirá que la familia se beneficie de otra perspectiva que pueda fortalecer su fe personal.
¿Y si en ese lugar los católicos son minoría?
Por otro lado, es posible que la familia migre a un país en el que los católicos son una minoría. En Inglaterra, por ejemplo, se siente el hecho de vivir en un país predominantemente protestante. Muchos puntos en común entre los cristianos, por supuesto, pero los miembros de la familia pueden tener dificultades para encontrar una parroquia católica, especialmente para asistir a la Eucaristía.
Caroline, francesa residente en el Reino Unido durante 12 años, testifica: "Estamos muy comprometidos con nuestra parroquia católica inglesa. También hay una parroquia católica de habla francesa muy dinámica en Londres".
"Vivir aquí ha hecho que nuestra fe sea menos social, más profunda, aquí hay un gran espíritu de comunidad, de encuentro en la Iglesia. También es conmovedor escuchar la historia de ciertas conversiones de anglicanos a católicos, escuchar a estas personas contar cómo sintieron una presencia real en las iglesias católicas, una presencia que los atrajo".
Por otra parte, los países anglosajones están abiertos a la fe y, en Estados Unidos como en Gran Bretaña, la gente no duda en lanzar un God bless (Dios te bendiga) a modo de despedida o un God's willing (si Dios quiere) cuando comparten sus proyectos para la semana. Una manera de permitir que la fe se ancle de manera muy simple en la vida cotidiana.
Renueva tu forma de practicar tu fe
Otros países no apoyan la fe católica de la misma manera, y los aspectos prácticos pueden crear limitaciones con las que no siempre es fácil vivir.
Albane dice: "Cuando vivíamos en Abu Dhabi, el fin de semana seguía siendo viernes y sábado. Me había resultado difícil vivir la misa de Pascua fuera de lo común, al no poder seguir la Semana Santa como en Francia. Esta es entonces una oportunidad para que la familia ore como lo haría la casa de la Sagrada Familia de Nazaret: orar juntos por la mañana, por la tarde, recurrir a la comunión espiritual, confesarse durante las vacaciones en Francia".
Sophie comparte: "En Filipinas, la población es esencialmente católica, es la pobreza y el clima difícil lo que hace que nuestra fe viva de manera diferente. La vida en Manila no es cómoda. Todos, padres e hijos, tuvimos verdaderas dificultades para aclimatarnos y renunciar a nuestro confort europeo".
"Nos tomamos el tiempo para decidir en familia si quedarnos un año más o no: era importante que todos, especialmente nuestros adolescentes, estuvieran de acuerdo. Echaban de menos algunas cosas, pero había otras cosas que valían la pena. Había que elegir perseverar. El objetivo sigue siendo que la fe no disminuya por el desánimo, sino precisamente que crezca".
Esta familia ha invertido en grupos, no solo religiosos, para permitir que los diferentes miembros del hogar se relacionen entre sí. Abrirse a su prójimo también es una excelente manera de aumentar su fe en Dios.