Varios miles de peregrinos y miembros de la comunidad católica romana habían venido a escuchar al Papa en la fiesta de los apóstoles fundadores de la Iglesia latina y santos patronos de la Ciudad Eterna. El Papa les envió un cálido saludo después de la oración, felicitándolos por una iniciativa local a favor de la paz y pidiéndoles una vez más que recen por Ucrania.
En su breve enseñanza antes de la oración, el pontífice recordó la etimología del nombre Pedro, que significa a la vez "roca", "piedra" y "guijarro". "En la Piedra está todo esto: la fuerza de la roca, la fiabilidad de la piedra y la pequeñez de un simple guijarro", explicó, recordando los principales episodios de su vida, desde el lago de Tiberíades donde Cristo vino a buscarlo. hasta Roma donde murió como mártir.
Pedro "no era un superhombre", subrayó el Papa, recordando sus vacilaciones, sus traiciones y sus debilidades. Él, san Pablo y los demás santos, explicó, son "personas verdaderas", a las que Dios fortaleció "por su gracia", luego unió en una sola Iglesia "por su caridad" y perdonó "por su misericordia".
"Nosotros, hoy más que nunca, necesitamos personas reales", dijo el pontífice. Por eso invitó a cada cristiano a preguntarse en qué medida, como san Pedro, lleva en sí mismo el celo y la pasión por Dios y por el Evangelio, si también él puede ser "piedra de construcción de la Iglesia" y si ésta funciona como unidad.