¡Gran noticia para la Iglesia en China! 34 catecúmenos recibieron el domingo 2 de julio en la Catedral de Shanghai, dedicada a San Ignacio, los sacramentos de la iniciación cristiana que son el bautismo, la confirmación y la Eucaristía. Una alegría para los recién bautizados para quienes los últimos tres años han estado marcados por las dificultades relacionadas con la pandemia, complicando así el ya exigente curso del catecumenado.
"Sed una bendición para todos los que os rodean", dijo el obispo Joseph Shen Bin a los recién bautizados en su homilía. Les exhortó a "seguir el ejemplo de Cristo saliendo al mundo, aceptando a los demás, siendo luz y sal de la vida, y viviendo el mandamiento de Jesucristo de amarnos unos a otros en la oración".
Una Iglesia en el Sufrimiento
A pesar de la alegría de acoger a los recién bautizados, la Iglesia en China sufre. China sigue siendo uno de los países donde los cristianos son más perseguidos. Bajo la vigilancia constante del poder comunista, las religiones son blanco de una campaña masiva de sinización.
En cuanto a los católicos, el objetivo es obligar a los fieles a unirse a las iglesias patrióticas, bajo el control del Partido Comunista Chino. La presión ejercida por estos últimos se manifiesta en particular en ataques directos contra la práctica de la religión: detenciones de sacerdotes y fieles, clausuras arbitrarias de iglesias o, peor aún, destrucción. A pesar de una tendencia a la baja en 2022, casi una de cada dos iglesias atacadas en todo el mundo está en China, según la ONG Portes Ouvertes.