«Llena mi soledad de alegría y esperanza y alivia mis temores por el futuro»
¿No dijo Jesús: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados» ( Mt 5, 4 )? Esta promesa da, a quienes han perdido a un ser querido, el derecho a la esperanza. Pueden esperar un nuevo encuentro con Dios, esperar que Cristo venga a vivir y llenar sus corazones, esperar vivir en comunión con sus seres queridos fallecidos, esperar encontrar un nuevo significado y propósito...
El Vaticano II, en Gaudium et Spes , señala que la viudez es parte de la vocación al matrimonio:
La viudez, aceptada valientemente como continuación de la vocación matrimonial, debe ser apreciada por todos.(8)
Son muchos los caminos que pueden conducir a la alegría y al consuelo de quienes quedan en esta vida tras la pérdida de un cónyuge o de algún ser querido.
Aquí hay un ejemplo de una oración que una persona viuda puede orar cuando se siente sola y necesita encontrarse con Jesús resucitado:
Señor Jesús,
Tú sabes la pena y el dolor que soporté cuando mi esposo/esposa se fue a la casa de nuestro Padre.
Te suplico que me des el apoyo y el consuelo que tanto necesito hoy.
Llena mi soledad de alegría y esperanza y alivia mis temores por el futuro.
Como la Virgen María, que enviudó cuando José murió,
mantén mi corazón puro y dame una visión clara del plan de Dios para mí.
Si no me conviene estar solo (cf. Gn 2, 18 ),
concédeme la gracia de encontrar de nuevo a los que serán mis ayudantes aquí abajo,
viviendo en comunión con mi difunto cónyuge, en la esperanza de reencontrarnos en la eternidad.
Tú, que fuiste compasivo con la viuda de Naim ( Lc 7, 11-16 ),
ten piedad de mí e intercede ante Dios Padre para que la alegría brote de nuevo en mi corazón herido.
Amén.