«Sigamos rezando de manera especial por nuestra querida Ucrania, que sigue sufriendo muerte y destrucción, como desgraciadamente volvió a suceder anoche en Odessa». El llamamiento del Papa Francisco resonó con fuerza en la Plaza de San Pedro el domingo 23 de julio tras el rezo del Ángelus. En la noche del 22 al 23 de julio, la ciudad portuaria del sur de Ucrania fue objeto de bombardeos que causaron grandes daños en la catedral ortodoxa de la Transfiguración.
Paredes derrumbadas, iconos quemados, lámparas de araña traqueteantes… la destrucción de este edificio de 200 años es un duro golpe para los fieles. «Todas las decoraciones están prácticamente destruidas. Sólo el campanario está intacto», explica a la AFP el padre Myroslav, vicerrector de la catedral. En el interior de la catedral de la Transfiguración, destruida en gran parte, los escombros yacían en el suelo, mientras los residentes locales intentaban limpiar el lugar.
Una iglesia reedificada en 2003
Como dato, los comunistas soviéticos ya habían demolido el lugar en la década de 1930. La iglesia no se reconstruyó hasta 1999, antes de ser consagrada en 2003. «Estas terribles destrucciones marcan una nueva escalada de violencia contra el patrimonio cultural de Ucrania», condenó Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO.
Blanco habitual de los ataques rusos, Odessa, a orillas del Mar Negro, cuyo centro histórico fue inscrito a principios de año en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, fue objeto de un nuevo atentado nocturno que causó dos muertos y 22 heridos.