Al entrar en un templo, los feligreses a menudo se acercan a la fuente de agua bendita para mojar las yemas de los dedos y hacer la señal de la cruz. Pero, ¿cuál es el significado simbólico y litúrgico de la presencia de agua bendita en las puertas de las iglesias?
Este gesto ritual se practica desde los primeros tiempos de la Iglesia. Como señala Sophie Roubertie en un artículo de Aleteia : «Originalmente, los fieles se lavaban las manos y los pies en grandes palanganas. No fue hasta el siglo XIX que las almejas gigantes sustituyeron a las piscinas para las abluciones de los fieles. Colocados cerca de las puertas de entrada, varían en tamaño y presentan diversas formas y materiales». Al santiguarse con el agua bendita contenida en estas pilas, los cristianos recuerdan su bautismo, el sacramento por el cual una persona se convierte en miembro de la Iglesia y recibe la gracia de Dios. El bendicional dice sobre esto:
Cada vez que tomamos esta agua mientras hacemos la señal de la cruz, ya sea entrando en la iglesia o en casa, damos gracias a Dios por su don inefable, imploramos su ayuda para mantener en nuestra vida el sacramento que hemos recibido en la fe.
El agua bendita, por lo tanto, recuerda a los fieles su propio bautismo y los invita a renovar sus compromisos bautismales.
Una limpieza espiritual
En la Iglesia católica, el agua bendita se considera sacramental, junto con crucifijos, medallas, imágenes piadosas, rosarios, cenizas y ramas. Los sacramentales tienen un uso real en la liturgia católica. Son «signos sensibles y sagrados que, teniendo analogía con los sacramentos, no lo son. Llevan una realidad espiritual. Las consagraciones y bendiciones, pero también los objetos benditos, el agua bendita, las medallas, los escapularios son sacramentales». ( CEC §1668 ).
Así, el agua es un elemento principal en la liturgia. Presentado en el origen de la vida cristiana en el bautismo, se utiliza naturalmente en diversas circunstancias de la vida litúrgica cristiana, en particular para bendecir a los fieles, los objetos y lugares sagrados. Se considera un medio de purificación espiritual y protección contra el demonio, es también por esta última razón que se encuentra a la entrada de todas las iglesias católicas.
Al usar agua bendita, los creyentes expresan su deseo de ser limpiados de sus pecados y de recibir la gracia de Dios. «No hay nada más eficaz que el agua bendita para repeler los demonios y evitar que regresen… para mí, cuando la tomo, experimento un consuelo muy especial y muy sensible. Y lo afirmo, me suele hacer sentir un bienestar que no puedo expresar, y un gozo interior que fortalece toda mi alma», decía Santa Teresa de Ávila. La presencia de agua bendita a las puertas de las iglesias remite así a cada fiel a su bautismo, lo invita a renovar sus compromisos bautismales y simboliza la purificación espiritual.