Resulta que uno de los problemas más grandes que tenemos en la vida de pareja, y con los amigos, es la ruptura y el quebranto que genera el estar discutiendo y generando arrebatos y polémicas. Tenemos que cambiar de hábitos y modo de relacionarnos, empezando por apreciar más el gran valor que tiene el silencio.
Veamos algunas de las aportaciones que tiene saber callar y escuchar, muy por encima del enfrascarse en un debate. Apreciar y practicar el silencio podría ser una gran solución a muchos problemas, conviene ejercitarlo más durante cada jornada y con muchas personas con las que nos relacionamos.
Es necesario empezar con una dieta de la palabra, si lo hacemos con la comida o las bebidas, por qué no realizarlo con la verborrea, y así, hablar menos de ti y de lo que piensas.
Concentración, conexión y conocimiento
Descubre que el silencio te ayuda a darle orden a tus ideas y emociones, a concentrarte mejor en lo que tienes en tu interior, con menos distracciones, lo que sin duda, nos va a ayudar a conocernos y entendernos mucho mejor y va a facilitar que tomemos mejores decisiones.
Al callar y escuchar te conectas mucho más contigo mismo y con todos los que te rodean, porque no estás teniendo la necesidad de hablar y de decir lo que se te antoja, sin pensar bien las cosas. Es estar más en sintonía y armonía con las personas y el mundo que nos rodea.
Hablar y hablar es un desahogo, una catarsis, pero puede ser un acto egoísta, porque tú eres quien necesita ser escuchado y no le das la oportunidad a la otra persona a ser escuchada con atención y profundidad. En vez de estar atento a lo que tu quieres agregar, estar bien concentrados en lo que la otra persona quiere comunicar, sobre todo sin la terrible tentación de interrumpir.
Aprender que, también sin palabras, puedes decir muchas cosas; tus gestos y manierismos también comunican, a veces tanto como tu voz. El encanto de tus actitudes y trato afectivo puede decir mucho más que mil palabras. Tus reacciones y miradas pueden llegar más al corazón, sin emitir una sola expresión.
Callar puede ser un acto de caridad
En la tranquilidad de tu interior hay paz, más armonía; un reposo que transmite mucho más amor a la vida que las agitadas discusiones y polémicos debates.
Apreciemos, con disciplina, la dieta del silencio y dejemos de comer tanta ansia por decir y hablar, porque como bien dice el viejo refrán "en boca cerrada, no entran moscas". Entre más ecuánime es el poder de tu palabra, más cuidado tienes de no ofender, manifestar imprudencias y hacer comentarios hirientes y provocativos.
¿Qué nos cuesta dedicarle algunos momentos al día a guardar silencio?, aunque sean 15 minutos para estar más contigo mismo. ¿Qué esperamos para escuchar más y hablar menos? Siempre hay un lugar en el que te puedes distanciar, estar más contigo mismo y relajarte, estar más tranquilo; que escuches más tu interior y dejes los impulsos por querer contar y contar las cosas que te han pasado, o aquello en lo que no estás de acuerdo con los demás.
Estar contigo es un proceso que se desarrolla en lo profundo de ti para aspirar a tener mayor conocimiento y comprensión de la persona que eres, a identificar mejor lo que te sucede, lo que te pasa, a distinguir tus emociones y sentimientos, aclarar tus ideas y estructurar atinadamente tus objetivos. Es un momento de definir qué quieres hacer con tus relaciones, y así, encontrar la manera más sana y positiva de estar con los demás.
Hay que concentrarse más en el presente, en nuestro interior; en reflexionar sobre tus experiencias y emociones, y descubrir realmente cómo te sientes.
Callar te permite un mayor autoanálisis y conseguir, al detalle, una sana autocrítica e identificar los patrones y tendencias que te están afectando negativamente en tu manera de ser. En esto te va a ayudar mucho escribir un diario, que te leas a ti mismo, que sepas que no necesitas siempre salir a contar tu vida privada e íntima a los demás, y mucho menos discutir.
Necesitas comprenderte mejor en la intimidad y acudir más al diálogo interno. Haz ejercicio, sal a caminar en un parque o en el bosque, date el tiempo suficiente para observar, para estar en silencio. Goza de la gratitud, del valor que tiene un estado de ánimo positivo, deja el ansia por buscar estar acompañados y no disfrutar de la soledad.
Deja de juzgarte a ti también, sé amable y cortés contigo y escucha tus sentimientos, sin culpas ni prejuicios. Tente más paciencia y tolerancia, no tengas urgencia por hacer las cosas más allá de lo que puedes.