En psicología, llamamos negación "al proceso de protegerse y cegarse ante una realidad difícil", explica Bénédicte de Dinechin a Aleteia. "Si uno de los cónyuges se niega a ver las dificultades a las que se enfrenta la pareja, puede ser para protegerse, inconscientemente". O podría ser una etapa de duelo, de luto por la pareja que imaginaban al principio, antes de las primeras pruebas.
¿Por qué no quiere ver nada?
Es difícil aceptar una realidad que nos hace sufrir. Más o menos inconscientemente, nos sentimos -equivocadamente- un poco responsables de la felicidad de nuestra pareja. Cuando surge un problema, naturalmente nos culpamos a nosotros mismos. Esta vocecita nos hace sentir culpables y acabamos mintiéndonos para protegernos: "Todo va bien en nuestra relación, ¿por qué lo complicas todo? Parece más fácil seguir con la vida tal y como la conocemos que aceptar el cambio.
Las mujeres, a las que Juan Pablo II llamaba "centinelas de lo invisible", tienen una mayor "capacidad para el otro" debido a su maternidad. Por eso no es de extrañar que la mayoría de las mujeres estén más en contacto con sus emociones que sus parejas. La mayoría de los hombres interiorizan más y luego liberan sus emociones a través del deporte o el trabajo, por ejemplo. Bénédicte de Dinechin señala también que son sobre todo las mujeres las que toman la iniciativa de acudir a un terapeuta.
El arte y la práctica de hablar de ello con su cónyuge
"Decir que la relación 'va mal' es reduccionista y puede llevar al sentimiento de culpa", subraya la asesora matrimonial. Las palabras son importantes, sobre todo cuando se habla con la pareja de las dificultades. Ser preciso facilita la comprensión y evita herir la sensibilidad o el ego de la pareja. Frases como "estoy sufriendo por nuestra relación" o "necesito que pasemos al menos una noche sin discutir" envían un mensaje más preciso que requiere una respuesta clara por parte de la otra persona.
Antes de acusar a tu pareja de no querer hacer nada, Bénédicte de Dinechin recomienda hacerse estas dos preguntas: "¿Le he dicho realmente mi deseo de buscar ayuda o estoy anticipando su negativa?" y "¿En qué términos se lo he dicho?". Puede ser una buena idea enumerar las ventajas de la ayuda externa: en el asesoramiento o en la parroquia, la pareja se encuentra en un lugar neutral y tranquilo, con alguien disponible para ayudarles a entenderse. El apoyo que reciban no será la respuesta a todos sus problemas, pero les proporcionará una "caja de herramientas" que les ayudará a resolver sus dificultades".
Puede ser una buena idea enumerar las ventajas de la ayuda externa"
La llamada "Necesito hablar contigo, ¿tienes un momento?" puede recordar a la pareja la famosa llamada a la directora en los años escolares. Aquí, inconscientemente, el interlocutor vuelve a situarse en una posición de inferioridad y vergüenza, frente a la persona que más sabe y que tendrá la última palabra. Si la discusión se suscita con una frase como "Me gustaría que nos sentáramos delante de la agenda y planificáramos juntos las próximas semanas" o "¿Cuándo tendrás un momento para hablar de las dificultades que está teniendo nuestra hija en la escuela?", la pareja puede aceptar más fácilmente la petición de intercambio, dándose cuenta de la cuestión.
Otro punto que debe quedar claro para la otra persona son sus expectativas. ¿Necesita empatía? ¿Consejo? Cuanto más precisa sea la pregunta, más adecuada será la respuesta y más probable será que la pregunta no quede ahogada por una frase evasiva.
Un proceso que puede comenzar por sí solo
Lo que causa sufrimiento en una pareja puede ser indicativo de un sufrimiento personal que no ha sido sanado. Tener problemas de pareja no significa necesariamente que uno u otro se comporte de forma inadecuada, se trata de llegar a un acuerdo para encontrar un nuevo equilibrio en el matrimonio. Bénédicte de Dinechin admite que no es raro que las personas pidan cita sin su pareja para una primera sesión de asesoramiento matrimonial.
La delicadeza, las palabras adecuadas y la paciencia parecen ser las palabras clave para conseguir que la pareja reaccione ante las dificultades. El asesoramiento matrimonial no debe verse como un fracaso, sino como un arma, una herramienta para resolver conflictos. Requiere que veas a tu pareja no como la causa de todos tus problemas, sino como un compañero, diferente en esencia, con el que puedes reconciliarte.