En un mundo marcado por la crisis ecológica y la búsqueda de un nuevo paradigma de relación con la naturaleza, el Papa Francisco publicará la exhortación apostólica que da continuidad a la reflexión abierta por la encíclica “Laudato Si’”.
Ha querido escoger como fecha el 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís, para rendir homenaje al “santo de la ecología” como se conoce a este hombre del siglo XIII, quien sigue siendo todavía hoy modelo de una relación auténtica con la Creación.
Pero, ¿cuál es la raíz de este amor que dio vida a la ecología del “pobrecillo de Asís”? La respuesta se encuentra en la profunda vida contemplativa de san Francisco, quien encontró en la oración y en la contemplación de Dios, el manantial de su amor por cada ser viviente.
La oración como fundamento de la vida
Desde joven, Francisco de Asís buscaba el sentido de la vida en la oración y la soledad. Abandonó las riquezas y comodidades de su familia para vivir en la pobreza, entregado a la contemplación y a la búsqueda de Dios. En la oración, Francisco encontraba la paz, guía y fortaleza para llevar a cabo su misión. La contemplación no era para él un acto aislado, sino el fundamento de toda su vida y acción.
De este modo, Francisco de Asís pudo contemplar a Dios en cada obra de la creación. Veía la mano del Creador en el sol, la luna, las estrellas, los animales y las plantas. Cada criatura le hablaba de Dios, de su belleza, bondad y amor providente. En el “Cántico de las Criaturas”, San Francisco expresa este amor y esta visión contemplativa de la creación, llamando hermanos y hermanas a todos los elementos de la naturaleza creada por Dios.
Ecología integral
La vida y obra de San Francisco de Asís se convierten, de este modo, en un testimonio vivo de ecología integral. Para él, el cuidado de la creación y el amor hacia cada criatura son una respuesta al amor de Dios, que se manifiesta en todo lo creado. Francisco no se limitaba a un amor sentimental hacia los animales o las plantas, sino que vive un amor comprometido, que lo llevaba a trabajar por la justicia, la paz y el bienestar de todos los seres.
En un mundo que a menudo separa la oración de la acción, la vida de San Francisco de Asís nos muestra que la verdadera acción surge de la contemplación. Francisco no era un activista en el sentido moderno del término, pero su vida estaba llena de acción: acción nacida de la oración, de la contemplación de Dios y de su amor por cada criatura. Su vida de oración le daba la fuerza y la inspiración para trabajar por un mundo más justo y fraterno, donde cada ser pudiera vivir en armonía y paz.
La herencia: franciscanas y franciscanos contemplativos
Hoy, en un momento histórico marcado por la degradación ambiental, la vida y enseñanzas de san Francisco de Asís resuenan con una urgencia particular. Nos invitan a redescubrir la vida contemplativa, a buscar a Dios en la oración y en la belleza de la creación, y a responder con amor y compromiso al grito de la tierra y de los pobres.
La vida contemplativa de San Francisco es el manantial de su amor por la creación y su compromiso con el cuidado de nuestra casa común. En él encontramos un modelo de ecología integral, que une el cuidado del alma con el cuidado de la tierra, la búsqueda de Dios con el servicio a los hermanos y hermanas, y la contemplación con la acción transformadora.
Esta herencia es vivida por numerosas comunidades franciscanas presentes en los cinco continentes.
Hijas e hijos contemplativos de san Francisco
Las comunidades contemplativas franciscanas son aquellas que siguen la espiritualidad de San Francisco de Asís y se dedican especialmente a la vida de oración, contemplación y servicio dentro de un monasterio o convento. Se enfocan en la oración y la meditación como medios para acercarse más a Dios y seguir el ejemplo de San Francisco en su devoción y compromiso con la vida espiritual profunda.
Ante todo cabe señalar a las Hermanas Clarisas, también conocidas como las Hermanas Pobres de Santa Clara, una de las órdenes contemplativas franciscanas más conocidas. Fueron fundadas por Santa Clara de Asís, seguidora de San Francisco, en el año 1212.
Son más de 20 mil hermanas en todo el mundo, organizadas en 16 federaciones y en más de 70 países.
Aunque la Orden Franciscana de los Hermanos Menores es en gran parte activa, también tiene ramas que se dedican más específicamente a la vida contemplativa, siguiendo el ejemplo de oración y contemplación de San Francisco.
Los Franciscanos Conventuales, por ejemplo, tienen miembros que se dedican a la vida contemplativa, viviendo en monasterios y enfocándose en la oración y la meditación.
Existen muchas otras comunidades franciscanas menores y de nueva fundación que se dedican a la vida contemplativa, cada una con su propio carisma y enfoque dentro de la amplia tradición franciscana.