La cerveza trapense es aquella que se elabora dentro de los muros de una abadía trapense, es decir, perteneciente a la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, una rama reformada de los monjes benedictinos que se caracteriza por su vida austera, silenciosa y orante. Los trapenses siguen la regla de San Benito, que establece que los monjes deben vivir del trabajo de sus manos. Por eso, muchas abadías trapenses se dedican a la producción de diversos productos artesanales, entre los que destaca la cerveza.
La tradición cervecera de los trapenses se remonta al siglo XVII, cuando algunas abadías comenzaron a fabricar cerveza para el consumo propio de los monjes y para ofrecerla a los huéspedes y peregrinos. Con el tiempo, la cerveza trapense se fue perfeccionando y adquiriendo fama por su calidad y su sabor. Sin embargo, no todas las abadías trapenses elaboran cerveza, ni todas las cervezas que se venden como trapenses lo son realmente.
Auténtica cerveza trapense
Para garantizar la autenticidad y el origen de la cerveza trapense, en 1997 se creó la Asociación Internacional Trapense (AIT), que otorga el sello "Authentic Trappist Product" a las cervezas que cumplen con tres requisitos:
- Haber sido elaborada dentro de los muros de una abadía trapense o en sus inmediaciones.
- Haber sido elaborada por los propios monjes o bajo su supervisión.
- Los beneficios obtenidos por la venta de la cerveza deben destinarse al mantenimiento de la abadía y a obras sociales.
Actualmente solo hay 14 abadías en el mundo que tienen el permiso de la AIT para producir y comercializar cerveza trapense. De ellas, 6 se encuentran en Bélgica (Westmalle, Chimay, Orval, Rochefort, Westvleteren y Achel), 2 en Holanda (La Trappe y Zundert), 2 en Austria (Engelszell y Stift Schlägl), 1 en Italia (Tre Fontane), 1 en Estados Unidos (Spencer), 1 en Inglaterra (Tynt Meadow) y 1 en Francia (Mont des Cats).
Su clasificación:
Cada una de estas abadías tiene su propia receta y su propio estilo de cerveza, pero todas comparten algunas características comunes: son cervezas de alta fermentación, es decir, que se fermentan a temperaturas elevadas con levaduras especiales; son cervezas refermentadas en botella, es decir, que se les añade azúcar y levadura antes del embotellado para que sigan madurando y generando gas carbónico; y son cervezas con un alto grado alcohólico, que suele oscilar entre el 6% y el 12%.
Las cervezas trapenses se clasifican según su color y su graduación en tres categorías: simple o enkel (rubia o ámbar, entre 4% y 6%); doble o dubbel (oscura o roja, entre 6% y 8%); y triple o tripel (rubia o dorada, entre 8% y 10%). Algunas abadías también producen otros tipos de cerveza más especiales o exclusivos, como la cuádruple o quadrupel (oscura o negra, entre 10% y 12%), la blanca o witbier (pálida o turbia, entre 4% y 6%), o la reserva o special (de edición limitada o con ingredientes especiales).
Una obra de arte para degustar con calma
Estas cervezas son unas de las más apreciadas y buscadas por los amantes de la buena cerveza gracias a su sabor intenso, complejo y equilibrado, con notas frutales, especiadas, tostadas o amargas, según el tipo de cerveza. Su aroma es envolvente, profundo y seductor, con matices de malta, lúpulo, levadura o miel. Su aspecto es atractivo, brillante y espumoso, con una espuma densa y cremosa. Su cuerpo es pleno, redondo y suave, con una textura agradable y una carbonatación moderada.
Ahora tenemos más fácil que nunca poder degustar con nuestros familiares y amigos esta deliciosa cerveza, puede comprarse en la página web de la Fundación DeClausura y en unos días llega directo a casa para deleite de todos; lo mejor de todo es que de esta forma también estarán ayudando al sostenimiento de las comunidades contemplativas.
Las cervezas trapenses son unas cervezas que se deben degustar con calma, respeto y admiración, como si se tratara de una obra de arte. Son bebidas que invitan a la reflexión, a la conversación y a la contemplación; tienen un alma monástica, que refleja la espiritualidad, la tradición y la calidad de los trapenses.
Son unas cervezas que no solo deleitan el paladar, sino que también alimentan el espíritu.