Este iba a ser el primer gran documento votado por los 364 miembros del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia. Como en otros sínodos, los participantes en esta asamblea quisieron dar cuenta de su mes de trabajo en una carta dirigida "al pueblo de Dios". Aunque no se pretendía entrar en detalles sobre los debates -el informe resumido del sábado se encargará de ello-, el texto de dos páginas y media distribuido en la tarde del miércoles 25 de octubre daba algunas indicaciones sobre el estado de ánimo de los participantes. La carta, redactada originalmente en francés, y con el cardenal Jean-Marc Aveline como uno de sus principales artífices, no plantea ningún tema delicado, y algunos coinciden en que es "consensuada".
"Es difícil sacar algún mensaje de ella", dice un miembro del Sínodo, que se pregunta por el significado de este tipo de documento para los cristianos alejados de las cuestiones sinodales. En la carta, los miembros subrayan sobre todo la necesidad de que la Iglesia "escuche a quienes no tienen voz en la sociedad o se sienten excluidos, incluso por la Iglesia". Aunque el contenido de la carta no era especialmente duro, provocó algunos malentendidos en el seno de la asamblea, sobre todo a la hora de aprobarla. Inicialmente fue aprobada con aplausos, antes de que se alzaran voces a favor de modificarla y someterla después a votación. Así se hizo el miércoles por la tarde, por abrumadora mayoría (336 votos a favor y 12 en contra).
Poca exposición mediática
Pero la exposición mediática de la carta duró solo unos minutos. El miércoles por la noche corrió el rumor de que se iba a publicar otro texto, en este caso un discurso de choque del Papa Francisco pronunciado ese mismo día a puerta cerrada ante los participantes en el Sínodo. Fue "desacertado publicar el discurso del Papa en ese momento", según un obispo que lleva un mes en Roma, y que considera que el valor de la carta del Sínodo se ha visto disminuido como consecuencia de ello. Hay que decir que el discurso del Papa Francisco adquirió un tono completamente distinto. El pontífice argentino, que había acudido a participar en los debates del miércoles, habló en español para reiterar sus prioridades con su propio estilo, con algunas notas. La Iglesia debe avanzar siempre con "el pueblo santo y fiel de Dios". Ellos son "infalibles" cuando creen, insistió, deplorando toda forma de clericalismo, "esa lacra" que "ensucia y daña el rostro de la esposa del Señor".
Condenando las actitudes "machistas y dictatoriales" de algunos clérigos, subrayó la importancia de las mujeres en la Iglesia católica. "La Iglesia es femenina, es esposa, es madre", dijo. Para concluir, el Papa se mostró escandalizado por los jóvenes sacerdotes que se prueban "sotanas y sombreros o aubs y vestidos de encaje" en las tiendas eclesiásticas de Roma. Y señaló con el dedo a quienes están convirtiendo la Iglesia en un negocio de venta de "servicios sacramentales" como un "supermercado". Reportadas en un discurso escrito transmitido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede a última hora, las palabras del Papa sonaron como una carga. Su dureza contrastaba con el estilo de la Carta del Pueblo de Dios.
"Fue un momento cálido", dijo una persona que pudo escuchar el discurso del Papa en el Aula Pablo VI. "Tenía una sonrisa en la cara y hablaba en español de forma muy distendida", continuó, descartando la hipótesis de que Francisco hubiera querido contrarrestar la tibieza de la Carta al Pueblo de Dios. En cambio, comentó otra fuente, "quizá se trataba de insistir en sus prioridades, ya que el informe de síntesis se publicará el sábado". Es en este texto de unas cuarenta páginas donde los miembros del Sínodo deben precisar los puntos de acuerdo a los que han llegado, destacar las cuestiones que siguen abiertas e indicar cómo piensan continuar los trabajos hasta la sesión de octubre de 2024.