La época navideña es dulce por sí misma, pero también lo es por sus tradicionales dulces navideños que solo se fabrican y consumen en esta fecha. Muchos de estos dulces tienen un origen conventual, es decir, son elaborados por las monjas de clausura, que viven una vida de oración y de silencio, dedicadas a alabar a Dios y a servir a sus hermanos con sus obras de caridad.
La elaboración de dulces en los conventos de clausura es una tradición que se remonta a la Edad Media, cuando las monjas aprovechaban los productos locales y las recetas que les llegaban de otros lugares para crear sus propias especialidades. Con el tiempo, estas recetas se fueron perfeccionando y transmitiendo de generación en generación, conservando el sabor y la calidad de lo artesanal.
Los dulces de los conventos de clausura son muy variados y dependen de la región, del orden religioso y del gusto de cada comunidad. Entre los más conocidos se encuentran los turrones, mazapanes, polvorones, mantecados, roscos, yemas, trufas, pestiños, flores, alfajores, amarguillos, huesos de santo, suspiros, magdalenas, bizcochos, rosquillas, bollos, empanadillas, pastas, galletas, caramelos, confituras, mermeladas, jaleas, mieles, licores y muchos más.
Cada dulce, una invitación a acercarse a Dios
Estos dulces no solo son un deleite para el paladar, sino también para el espíritu, ya que llevan impreso el sello de la vida contemplativa, que es una vida de amor, entrega y sacrificio.
Cada dulce es fruto de la oración, trabajo y caridad de las monjas, que ofrecen sus manos y su corazón para hacer felices a los demás. Cada dulce es una bendición, una gracia y una invitación a acercarse a Dios y a sus santos.
Los dulces de los conventos de clausura se pueden comprar en los tornos de los propios conventos, donde se establece un contacto directo y discreto entre las monjas y los clientes, que pueden pedir también una oración o un consejo. También se pueden adquirir en las muestras y exposiciones que se organizan en algunas ciudades, especialmente en el tiempo de Adviento, para dar a conocer y apoyar la labor de los conventos.
Además, existen algunas fundaciones y plataformas que facilitan la venta y distribución de los dulces de los conventos de clausura por Internet, como en DeClausura.com que ayuda a los monasterios y conventos de toda España a difundir la riqueza de la vida contemplativa y a contribuir al sostenimiento de los mismos.
Los dulces de los conventos de clausura son una forma de acercar la Navidad a nuestras mesas y a nuestros hogares, de saborear la tradición y la artesanía, de apreciar el valor y la belleza de la vida consagrada, de colaborar con la obra de la Iglesia -y de sus hijos más necesitados-, y de compartir la alegría y la esperanza del nacimiento de Jesús, el dulce Salvador del mundo.