Dice el Evangelio de san Juan (1,1): "Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios". Todo existe por la Palabra, que se hizo hombre y habitó entre nosotros (Jn 1, 14). Esta verdad debe movernos a leer la Sagrada Escritura para meditarla y hacerla parte de nuestra vida cotidiana.
Los Santos Padres lo han entendido así y han puesto énfasis en que los católicos no nos quedemos únicamente con lo que escuchamos en la Misa o la celebración de los sacramentos. Como una respuesta a esta necesidad espiritual, la constitución dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II, menciona que "es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura" (DV 22).
Asimismo, el Papa san Pablo VI fundó la Federación Bíblica Católica Mundial, creada para llevar a cabo las recomendaciones del Concilio Vaticano II en relación con la Biblia.
San Juan Pablo II y Benedicto XVI hicieron lo propio, destacando la importancia de la Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia, el primero en sus cartas apostólicas Tertio Millennio Adveniente (no. 36) y en la Novo Millennio Ineunte (no. 17); el segundo, con la publicación de la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini de 2008.
Establecido por el Papa Francisco
Finalmente, fue el Papa Francisco quien instituyó el Domingo de la Palabra con la carta apostólica Aperuit Illis. En ella, dice el Pontífice:
"Tras la conclusión del Jubileo extraordinario de la misericordia, pedí que se pensara en «un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios, para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo» (Carta ap. Misericordia et misera, 7). Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable" (AI, 2).
Por ello, el Papa Francisco comenta que, respondiendo a las numerosas peticiones del pueblo de Dios, decidió establecer "que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios" (AI, 3). En él las comunidades encontrarán el modo de vivir este día como un domingo solemne y entronizar la Palabra de Dios.
Celebrar la palabra de Dios expresa un valor ecuménico
La elección de la fecha no fue al azar. El Santo Padre comenta en el mismo documento:
"Este Domingo de la Palabra de Dios se colocará en un momento oportuno de ese periodo del año, en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos. No se trata de una mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad" (AI,3).
Atendiendo a esta invitación, la Federación Bíblica Católica Mundial prepara cada año los materiales que pueden usarse en cada comunidad y que pueden consultarse aquí, para que, como lo ha pedido el Papa, todos los cristianos católicos celebremos con gozo este día.