En la celebración de un bautismo, el agua tiene una gran visibilidad. Pero también está
presente el óleo, igual que en los sacramentos de la Confirmación, el Orden y la Unción
de enfermos… ¿Cuáles son los elementos del cosmos de los sacramentos? Según Benedicto XVI, estos 4: agua, pan de trigo, vino y aceite de oliva.
En la homilía de la Misa Crismal del Jueves Santo del año 2010 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el papa alemán explicó su sentido y significado:
1Agua
Como elemento básico y condición fundamental de toda vida, es el signo esencial del acto por el que nos convertimos en cristianos en el Bautismo.
Por lo general es el elemento vital y representa el acceso común de todos al nuevo nacimiento como cristianos.
2Pan
Remite a la vida cotidiana. Es el don fundamental de la vida diaria.
3Vino
Evoca la fiesta, la exquisitez de la creación, en la que se puede expresar especialmente
la alegría de los redimidos.
4Aceite de oliva
Es alimento, medicina, embellece, prepara para la lucha y da vigor. El óleo con que se
unge a reyes y sacerdotes es signo de dignidad y responsabilidad y también de la
fuerza que procede de Dios. Evoca también el Huerto de los Olivos, lugar de la
redención.
¿Pero por qué son necesarias estas realidades materiales en los sacramentos?
Porque “el cristianismo no es algo puramente espiritual, algo solamente subjetivo, del sentimiento, de la voluntad, de las ideas, sino que es una realidad cósmica”, explica Benedicto XVI.
“Solo somos cristianos en este gran contexto de materia y espíritu juntos”, añade.
El sacramento central
Benedicto XVI señaló también que “todos los sacramentos, así como todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan”.
La Eucaristía es “Cristo mismo, nuestra Pascua y pan vivo que, por su carne vivificada y
vivificante por el Espíritu Santo, da vida a los hombres”.
Y, como recoge la encíclica Deus caritas est, “la Eucaristía nos adentra en el acto
oblativo de Jesús”.
“La conversión sustancial del pan y del vino en su cuerpo y su sangre introduce en la
creación el principio de un cambio radical, como una forma de fisión nuclear”, añade Benedicto XVI.
La Iglesia como sacramento
En sí, la Iglesia misma es un sacramento, signo de la unión íntima con Dios y de la unidad de todos los seres humanos, añade el Papa.
A través de ella, la gracia influye en las vidas, que se convierten en culto agradable a Dios.
Y los instrumentos para dejarse renovar por el Espíritu Santo y crecer en la vida espiritual son los sacramentos, especialmente -dice Benedicto XVI- los de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.