"Si hay que recordar un texto teresiano, es este. Es sencillamente revolucionario", explica a Aleteia Francia el sacerdote carmelita Denis-Marie Ghesquière.
¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué el ofrecimiento de Santa Teresa al amor misericordioso de Dios expresa la quintaesencia de la vida cristiana plenamente realizada? ¿Y en qué sentido marca no solo una cumbre de su espiritualidad, sino una revelación considerable?
Para comprenderlo, hay que remontarse a aquel día de Lisieux, el 9 de junio de 1895.
El momento más luminoso
Teresita vive entonces el período más luminoso de su vida. Su hermana Celina ingresa finalmente en el Carmelo de Lisieux. Para Celina, esta decisión estaba lejos de ser tan evidente como para sus otras hermanas que ya eran carmelitas. Pero después de este psicodrama familiar, ¡Celina estaba allí!
Además, Teresa tenía una nueva responsabilidad dentro de la comunidad de la que estaba muy contenta. Era maestra de novicias. Por último, su hermana, la madre Inés de Jesús, se había convertido en priora. Le pide que escriba sus recuerdos de infancia.
Es su mirada retrospectiva sobre su vida la que le ayuda a darse cuenta de cuánto la amó Jesús primero, incluso antes de que ella le respondiera con su amor. Por eso no es de extrañar que en 1895 se sintiera tan realizada. Estaba a punto de experimentar una iluminación.
La revelación
Este 9 de junio promete ser un hermoso día de verano. Son las 5:30 de la mañana, la luz del día se cuela por la ventana de la celda de Teresa, mientras el silencio sigue reinando en la comunidad. "Ah, es la fiesta de la Santísima Trinidad", se alegra Teresa antes de ir a desayunar, a lo que sigue la oración en silencio y Laudes.
Mientras se prepara para la Misa de las 8:00, Teresa recuerda la necrológica de una hermana carmelita, leída el día anterior en el refectorio. Sor Ana María de Jesús se había pasado la vida sintiéndose culpable, repitiendo que "no tenía méritos suficientes".
A Teresa le afectó profundamente esta noticia y no podía dejar de pensar en ella: ¿cuál era el origen de esta moda de las monjas de ofrecerse como víctimas a la justicia de Dios para desviar sobre sí mismas los castigos reservados a los culpables?
Aunque su actitud era "grande y generosa" y las mortificaciones no la asustaban, la pequeña Teresa intuía la ambigüedad de tales ejercicios, que a menudo le impedían responder a la llamada del amor. "¿Cómo olvidar que, en cualquier caso, la misericordia prevalece sobre la justicia, porque Jesús pagó por todos los pecados?
Entre la justicia y la misericordia, el amor debe tener la última palabra, se pregunta. Llena de energía, esta misma mañana la monja carmelita se siente dispuesta a tomar el camino inverso. Es como si Dios le susurrara al oído: "¡Vamos, Teresa, tienes que equilibrar las cosas!"
Después de comulgar, Teresa recibió una gracia inmensa. Comprendió que Jesús quería ser amado, que no sufría por nuestros pecados, sino sobre todo por nuestra falta de confianza y de gratitud, por nuestro olvido cotidiano.
Para Teresa fue una verdadera revelación: Jesús, que es Amor, desea ser amado, ¡pero no es amado! Atrapada por la gracia, se ofrece interiormente a su amor misericordioso.
Debemos amar a Jesús por aquellos que no le aman".
El compromiso de amor
Nada más salir de la capilla, Teresa condujo a su sorprendida hermana Celina hacia la recepción del convento, donde vio de lejos a la Madre Inés. Trastornada, tartamudea: "Madre, quisiera ofrecerme a mí misma y a Celina al amor misericordioso de Dios".
La Priora respondió entre dos puertas: "¡Sí, por supuesto! Feliz, Teresa explicó rápidamente a Celina de qué estaba hablando. Luego volvió a su celda para escribir el texto de la ofrenda.
Celina está convencida de la importancia de lo que está ocurriendo. Quiere unirse a la ofrenda de su hermana. Esto es fundamental para Teresa: su ofrenda está en comunión con Celina. Significa que está en comunión "con todos" y "para todos".
El martes 11 de junio, arrodillada con su hermana ante la Virgen de la Sonrisa, vuelve a decirlo desde el fondo de su corazón. Pero esta vez la ofrenda se hizo misionera, porque era para la salvación de los demás. Finalmente, fue revolucionaria, porque reveló que debemos amar a Jesús por aquellos que no le aman.
Puedes leer el texto completo del Acto de ofrenda al Amor Misericordioso aquí.