Cuenta la leyenda que los demonios presentaron a Lucifer diversos medios para tentar a los hombres: impureza, riqueza, poder, carrera y muchos otros. Contra todo pronóstico, Lucifer eligió un objeto insignificante, gris y ordinario. ¿Qué fue? Desaliento. Los otros demonios se sorprendieron, pero Lucifer se había dado cuenta de su formidable eficacia. Esta historia nos recuerda lo peligrosa que es la tentación del desánimo para la vida espiritual del hombre, como nos han recordado muchos santos. El Padre Pío, por ejemplo, advertía a sus penitentes contra esta sutil amenaza, aconsejándoles que estuvieran especialmente atentos.
De hecho, el desánimo es más pernicioso que cometer actos graves. Mientras que a estos últimos se puede renunciar con la firme decisión de arrepentirse, el desánimo puede aparecer de diversas formas y en distintas etapas del camino espiritual. Afecta tanto a las grandes mentes como a quienes piensan en Dios solo de vez en cuando. Los apóstoles también la experimentaron tras la muerte de Jesús.
Muchos santos han descrito este estado, que suelen llamar "sequedad" espiritual. San Ignacio de Loyola explica que la sequedad es parte integrante de la vida espiritual, que hace que la oración y las buenas obras sean difíciles y parezcan carecer de sentido. Sin embargo, Dios permite que estas pruebas nos enseñen a amarle por Él mismo, no por las gracias que recibimos o la alegría que sentimos en la oración.
Cómo superar el desánimo
Cuando un cristiano es vencido por el desaliento, san Ignacio aconseja no cambiar los buenos propósitos, sino perseverar. Para salir de esta situación, sugiere medios concretos: oración vocal, meditación, mortificación y examen constante de las causas del desaliento.
¿Tal vez sea pereza, falta de fe u otras expectativas del Señor? Es importante recordar que el desánimo es pasajero y que esta prueba solo dura un tiempo. Aunque en el momento presente no comprendas el valor de hacer la voluntad de Dios, de perseverar fielmente en tus buenos propósitos y en tu piedad, tarde o temprano te iluminarás. Como escribió san Pablo en su carta a los Corintios:
"Ahora vemos confusamente, como en un espejo; aquel día veremos cara a cara. Ahora mi conocimiento es parcial; aquel día conoceré perfectamente".
Aprovecha la vida que Dios te dio
Dios concede a todos un tiempo limitado en la tierra para hacer el bien. Esto no significa necesariamente que tengas que evangelizar a millones de personas, ya que incluso una vida humilde y discreta tiene un gran valor a los ojos de Dios.
Sin embargo, sea cual sea tu misión, es importante luchar, no rendirse y no dejarse vencer por el desánimo. A veces es tentador decirse a uno mismo "¡no funcionará de todos modos!" o "no tiene ningún sentido", pero estas frases faltan a la verdad. El Señor quiere que todos luchemos por la vida y perseveremos. ¡Así que resiste al desánimo y sigue tu camino con fe y determinación!