Un equipo de investigadores pasará los próximos días estudiando el cuerpo de Santa Teresa de Ávila, después de que su tumba fuera abierta este 28 de agosto. La doctora de la Iglesia descansa en la ciudad donde murió, en el noroeste de España, Alba de Tormes.
Santa Teresa murió en 1582 y en los siglos siguientes hubo un gran interés por obtener reliquias suyas, es decir, un trozo de sus huesos o carne. Esto llevó a que algunos de sus restos se dispersaran por Europa; sin embargo, la mayoría, incluidos su corazón y su brazo, se conservan bajo cuidadosa vigilancia en la ciudad de su muerte, en el hermoso río Tormes.
De hecho, para abrir la urna que contiene su cuerpo se necesitan 10 llaves distintas, tres de las cuales se conservan habitualmente en Roma.
Aquí puede ver un vídeo que muestra a los carmelitas trasladando la urna desde la capilla hasta la sala donde se harán los estudios.
Tras la apertura de su tumba el pasado 28 de agosto, los investigadores pudieron determinar que los restos de la santa siguen tal y como estaban la última vez que se abrió el sepulcro, en 1914.
Los padres carmelitas Marco Chiesa, postulador general de la Orden de los Carmelitas Descalzos, y Miguel Ángel González, prior de Alba de Tormes, detallaron los avances de los trabajos de hoy, entre los que destaca la comprobación de que los restos de la santa siguen siendo tal y como aparecen en las fotos de 1914, informó ABC Castilla y León.
El padre Chiesa explicó que los investigadores esperan poder determinar más datos sobre la vida de la santa, como el tipo de enfermedades que padeció. También pretenden decidir cómo deben conservarse las reliquias para el futuro.
Esta investigación trata de "conocer mejor a la santa, sus ofrendas, sus últimos años de vida definidos por el dolor", dijo. Por ejemplo, señaló el sacerdote, "ya se ha detectado que padecía espolones cálcicos en el pie, que le impedían caminar [sin dolor], pero caminó y llegó hasta Alba de Tormes. Y su deseo era continuar".
Dentro de la urna, el equipo encontró crónicas del traslado de su cuerpo dentro del monasterio en 1754, así como fotografías de 1914.
El padre González compartió su alegría por el hallazgo del cuerpo, aunque añadió que el descubrimiento era esperado, sobre todo porque el corazón y el brazo, que se conservan junto a la urna en relicarios de cristal, están incorruptos.
La investigación se llevará a cabo en tres fases separadas, a lo largo de los próximos meses. Una vez concluida, se publicarán los resultados.