Cada vez que visito a Jesús en el sagrario ocurre algo que me sacude el alma. Es como si tuviese la oportunidad de ver las veces que he ofendido a Dios. Eventos de mi vida que he dejado de confesar por haberlos olvidado. Pero allí, ante Él, que es la Verdad todo sale a la luz.
No ha forma que le diga a Jesús:
“Yo no fui”.
Él sonríe y me responde:
“Vamos Claudio”.
No me queda más que reconocer:
“Es verdad, fui yo. Lo lamento tanto”.
Tan pronto puedo me confieso. Estando en la fila del confesionario me gusta pensar:
“Atento Claudio, Jesús te va a hablar”.
Me sonrío imaginando al buen Jesús diciéndome en broma y muy en serio:
“Vaya que me cuestas Claudio”.
Y yo le imploro:
“Limpia todos los rincones de mi alma buen Jesús”.
Él responde:
“Lo hago, pero encuentro cada cosa. Tu alma es como una casa llena de cuartos. En cada uno encuentro basura escondida bajo la alfombra, en el armario, o debajo de la escalera. Paso barriendo, limpiando. Y nunca termino. Pero lo hago por ti Claudio”.
Al salir suelo ir al sagrario a verlo. Me encanta visitarlo con el alma limpia. Pedirle que habite en mí. Que me haga un sagrario vivo para Él.
Visitar a Jesús recién confesado es una maravilla. Sabes que tienes el alma limpia por tanto de alguna manera tu relación con Jesús es diferente. Transparente. Pura.
Una vez me preguntaron por qué escribía tanto sobre el sagrario.
Te explicó. Tengo la certeza absoluta que allí está Jesús, “MI MEJOR AMIGO” y me encanta visitarlo, saber que con algo tan sencillo podemos consolarlo.
He conocido cientos de personas que se me acercan con aflicciones, rencores y sufrimientos terribles. Por algún motivo que no comprendo me compartieron sus vidas. Los envié ante Aquél que tiene el PODER de cambiarlo todo.
Les aseguro:
Una hora diaria visitando a Jesús en el Sagrario “cambiará tu vida”.
He visto sorprendido cómo Él los ha transformado y renovado sus vidas de formas impresionantes.
Soy un simple escritor que busca a Dios. Escribo mis vivencias. Y no tengo mejores formas de explicarlo. Por eso siempre los invito a ustedes que vayan y visiten a Jesús.
Tengan la experiencia.
Una de esta maravillosas vivencias es visitar a Jesús recién confesado,con el alma limpia, sabiendo que no lo estoy ofendiendo con mis pecados, sino que, por el contrario, estoy “consolando” su Sacratísimo Corazón.
Esos son los momentos inolvidables en que le digo, una mil veces:
“Te quiero Jesús”.
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