Mi esposa Vida, suele recibir mensaje de espiritualidad muy simpáticos. Uno de ellos es “el reto de la semana”. Les ponen de tarea una acción específica como “tener durante la semana gestos de generosidad”.
Anoche salimos a dar unas vueltas en auto y me comentaba sobre estos retos. Me leyó el más reciente y pensé que sería bonito hacer algo parecido en este blog, al menos una vez. Por eso quise compartir contigo esta idea.
Hace una semana me encontraba con Vida en un Centro Comercial. Mientras ella hacía sus compras fui a una cafetería cercana para pedir un café. Me encanta el café humeante, aromático. Y de casualidad, en la cafetería estaban dos amigos conversando amenamente, tomando café. Me les uní y empezamos a charlar. Les conté de una experiencia que había tenido ese día.
Salí de la casa con la resolución de saludar a todo el que pudiera con un: “Dios te bendiga”. La primera parada fue en un banco. Me detuve unos segundos con la cajera que me atendió para decirle, antes de irme: “Dios te bendiga”. Este simple gesto hizo que algo cambiara en ella.
Se le iluminó el rostro, sonrió ampliamente y me despidió con otro: “Dios le bendiga”.
No en todos los casos he tenido esta respuesta generosa. Algunos me ven como a un bicho raro y hasta con desconfianza. Pero eso no me desanima.
Debemos ser signos de contradicción. No temer ir contracorriente.
“No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.” (Romanos 12, 4)
Seguí en el supermercado con la cajera que me atendió. Y fue genial su respuesta.
Una bendición que brota del alma, ¿en qué puede cambiar el mundo? En todo, me parece.
Santa Eufracia decía: “Un alma vale más que un mundo”. Basta una persona que ayudemos, una a la vez y cuando te des cuenta, a tu alrededor las cosas empezarán a cambiar.
Me levanté de la mesa, Vida me estaba buscando para marcharnos. Pero antes recordé mi propósito del día y me despedí de ellos con un “Dios te bendiga”. Fue estupendo. Sonrieron felices y ambos a la vez me obsequiaron un generoso: “Dios te bendiga Claudio”.
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Decía don Bosco que nada hace tanto bien al alma como la lectura de un buen libro. Conoces los de nuestro autor Claudio de Castro? Son Vitaminas para fortalecer el alma.
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