El mundo parece que va por mal sendero. Y la Virgen como madre se acerca preocupada a decirnos que debemos rehacer los malos pasos y volver la mirada a Dios, nuestro Padre y Creador.
Ya en Fátima nos pidió:
“No ofendan más a Dios nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.
Examina la vida que llevas y reflexiona si estas palabras son para nosotros, en estos tiempos que vivimos.
Mientras escribo estas palabras resuenan en los diarios del mundo las dolorosas y terribles noticias de Filadelfia, Chile, Irlanda y otros países donde han abusado de niños inocentes, quienes debían protegerlos.
Dan ganas de abrazar a Jesús en la cruz y tapar sus ojos para que no vea lo que sus hermanos están haciendo.
“Te abrazo Jesús y te pido perdón”.
A veces cambio las palabras de este salmo para pedirle perdón por tanto pecado.
Tennos piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra nuestro delito,
lávanos a fondo de nuestras culpas,
y de nuestros pecados purifícanos.
Pues nuestros delitos yo los reconozco,
los Pecados de la Humanidad, sin cesar están ante ti;
contra Ti, contra Ti solo hemos pecado,
lo malo a tus ojos cometimos.
Hace muchos años, de niño, en el Colegio Paulino de san José, una mañana de sol, la hermana Ávila, monja franciscana, entró al salón de clases, con la mirada angustiada y nos dijo:
“Amen mucho a Jesús, niños. No le ofendan jamás, porque Él los ama mucho”.
En ese momento me pregunté quién sería capaz de ofenderlo, sin pensar que años después yo sería uno que le ofendería con mis pecados.
Estos son los tiempos en que las revelaciones de la Santísima Virgen María en Fátima cobran vigencia y debemos escucharlas y hacer caso:
“Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Son muchas almas las que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y rece por ellas”. (agosto de 1917)
Recemos por nuestra santa Madre Iglesia y por los pecadores para que Dios los convierta y nos perdone nuestras faltas.
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