¿Dónde estás tú que debes ser santo? ¿No sabes que el mundo te necesita? ¿No sabes que los tiempos de crisis son tiempos de santidad?
En cada época de oscuridad e incertidumbre ha surgido un santo que ha cambiado la historia de la humanidad. El que mejor conozco es san Francisco de Asís. Su vida es sorprendente, sobretodo porque el mismo Jesús le pidió que reparara su iglesia. Y francisco se dedicó a amar y a vivir el Evangelio.
Habló poco, pero consiguió mucho con su ejemplo.
Es conocido el caso de un joven franciscano al que Francisco le pidió que lo acompañara a predicar. Apenas amanecía cuando salieron en silencio y devota oración a recorrer Asís. Pasaba el tiempo y el monje esperaba paciente a que san Francisco empezara a predicar. Por la noche regresaron donde los frailes, manteniendo este silencio que los envolvía. El joven no pudo resistir y le preguntó:
“Pero, Padre, ¿y el sermón?”.
“Hermano, ya hemos predicado, dando ejemplo de humildad y de mortificación a las gentes de Asís”.
Bien dicen que las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra. En estos tiempos de incertidumbre el mundo necesita de nuestras oraciones y buenos ejemplos. Debemos amar, perdonar y buscar siempre la Verdad, que es Jesús.
«Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,16)
En medio de tanta oscuridad, es nuestro momento para irradiar a Cristo, ser ejemplo vivo de su amor. Por ello me agrada tanto orar con esta bella oración del Cardenal Newman:
ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO
¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma de tu espíritu y vida.
Penetra en mí y adueñate tan por completo de mí que toda mi vida no sea más que una irradiación de la tuya.
Resplandece a través de mí y permanece en mí de tal manera que cada alma con la que entre en contacto pueda sentir tu presencia en mí.
Que, al verme, no vean a mí, sino a Ti en mí.
Permanece en mí, de suerte que resplandezca con tu mismo resplandor y que mi resplandor sirva de luz para los demás.
Que mí luz venga toda de Ti, oh Jesús: y que ni el rayo más leve sea mío. Sé Tú el que iluminas a otros por mi medio.
Pon en mis labios la alabanza que más te agrada iluminando a otros a mí alrededor.
Que, más que con palabras, te pregone con los hechos, con el destello visible del amor que de Ti viene a mí corazón. Amén.
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