He pasado parte de mi vida buscando a Dios, tratando de conocerlo, para amarlo más. Me ha servido mucho haber crecido con ambas culturas, hebrea y católica, pues mi papá era hebreo.
Ellos nombran a Dios por sus virtudes y atributos, así le conocí como YHVH, un Dios Todopoderoso, creador, que ama a la humanidad y se deja descubrir por sus hijos amados.
Cierta vez me preguntaron sobre ese tema y respondí con lo que tiempo atrás leí de un santo. Le hicieron esa misma pregunta y respondió:
“Mis tres grandes amores fueron judíos: Jesús, José y María”.
Hace mucho me intrigaba el tema del nombre de Dios. Todo lo referente a Dios me ha intrigado desde niño. Y le escribí al rabino de la congregación donde acude mi familia. Amablemente me respondió:
“En la visión tradicional, el nombre de Dios encierra su esencia. Es el tetragramaton (las cuatro consonantes en hebreo YHVH) cuya pronunciación desconocemos (algunos erróneamente lo vocalizaron y lo transformaron en Jehová, los investigadores sugieren que posiblemente haya sido Yawveh)
En la tradición judía simplemente lo mantenemos impronunciable y cuando la lectura de la Torá lo trae, simplemente decimos Adonai que significa “Mi Señor.”
En el texto bíblico hay varios nombres para referirse a Dios
Elohim (Dios) o sus variantes EL o Eloha,
El Shadai (nadie sabe qué quiere decir, aunque generalmente se lo asocia a Todopoderoso)
Adonai Tzevaot (Dios de los ejércitos)”
Le respondí agradeciendo su bondad y que, al llamar al buen Dios por sus virtudes, le nombraré: “Ternura”.
Te preguntarás por qué soy católico. La respuesta es sencilla:
“Hay tres motivos. Primero mi madre es católica y tienes la religión de tu madre. Segundo, lo soy por convencimiento y decisión personal, tercero lo soy porque he contemplado a Jesús en la cruz. Allí descubrí su inmenso amor por la humanidad y no pude menos que amarlo”.
Decía un santo que tal vez Dios escogió la cruz, porque al ver a su hijo allí clavado nos nace amarlo. Y tenía toda la razón. No hay forma de verlo en esa cruz, saber que está allí por ti, y no amarlo.
Suelo pasar frente a la cruz de la iglesia, le doy un beso porque conozco su profundo significado, luego me dirijo al oratorio donde tienen el sagrario con Jesús Sacramentado, me quedo un rato acompañándolo con mi pobre oración y le digo: “Te quiero Jesús. Gracias por ser mi amigo, mi mejor amigo”.
Dios te bendiga y te guarde en su Amor.
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